La procesión del Corpus Christi -que tiene en el desfile de los santos gremiales su particular seña de identidad- rememoró ayer, una vez más ,el pasado marinero y el esplendor medieval de la ciudad. Una mañana soleada aportó vistosidad a la comitiva aunque se echó en falta las tradicionales alfombras florales confeccionados por los vecinos para recibir el paso de Jesús Sacramentado. La falta de savia nueva hizo imposible el trabajo.

Tan solo dos tapices adornaban el itinerario: el primero daba realce al altar habilitado en la plaza de A Ferrería y el segundo, en la plaza Alonso de Fonseca, al momento de recogimiento del Santísimo en Santa María, que fue bendecido por una lluvia de pétalos lanzados desde los tejados de la basílica.

En cualquier caso numerosos fieles y curiosos arroparon el paso del Santísimo Sacramento por las calles del casco histórico y y de una manera especial en las inmediaciones de la iglesia de San Bartolomé y la basílica de Santa María (origen y destino de la procesión y epicentros de las dos parroquias más antiguas de Pontevedra) y en la plaza de A Ferrería.

La procesión que encabezaba el Gremio de los Mareantes, el más poderoso de la Pontevedra medieval y que desde entonces preserva sus privilegios en la celebración, abría el desfile, en el que no faltaron como es habitual los niños de Primera Comunión.

Con los santos patronos de las gentes del mar, San Telmo y San Miguel, desfilaron las imágenes de San Roque, protector de la ciudad; Santa Lucía, patrona del gremio de los hortelanos; San Cristóbal, de los molineros; San Mauro, de los panaderos; San Julián, de los zapateros; San Sebastián, de los mercaderes; San Nicolás, de los herreros; Santa Catalina, de los sastres; San Antonio Abad, de los alquiladores; San Juan, de los carpinteros; la Virgen Blanca, patrona de los escribanos; y la Santísima Trinidad, patrona del clero de la ciudad.

La imágenes desfilaron a hombros de costaleros y al son de las gaitas, haciendo una especie de baile que dicen que representa el vaivén del mar, la principal fuente de riqueza de la villa medieval.

Rito incumplido

Un retraso -comunicado por el Concello y no atendido por los Mareantes- rompió ayer el rito secular en el que miembros de la corporación municipal, con el alcalde a la cabeza, comparten una copa de aguardiente y pan de maíz - "para fortalecer el cuerpo y coger ánimo para el resto de la jornada" según reza la tradición- con los miembros de la cofradía marinera, en la capilla de San Roque.

Cuando llegó al templo la comitiva municipal, con escolta de gala de la Policía Local y la Banda de Música incluida, los mareantes habían acabado la ceremonia y se disponían a iniciar el desfile con los santos. Ambos cortejos se saludaron.

De la capilla ubicada en A Moureira, el antiguo barrio marinero de la ciudad, partieron las imágenes de San Telmo y San Miguel, patronos y protectores de los mareantes, hasta la basílica de Santa María, donde se incorporaron al cortejo de santos gremiales que más tarde acompañarían a Jesús Sacramentado en la procesión.