El meollo de la cuestión está en saber a qué obedece el giro copernicano que el equipo de gobierno del BNG defiende a capa y espada con respecto a la concesionaria del servicio de limpieza y recogida de basura de Pontevedra, para justificar como si tal cosa otra prórroga de su contrato por tres años más.

Tirar de hemeroteca sobre este asunto y remontarse al año 1999 produce vergüenza y asombro a un tiempo. Lores y González ante el espejo refractario de sus propias sinrazones. Moreira tiene ahí un filón para dar y tomar.

Lo que Lores y el BNG dijeron entonces del alcalde Juan Luís Pedrosa y de la adjudicación del contrato a la empresa Cespa, hoy Ferrovial, no tiene nombre. ¡Vaya si largaron por esas boquitas! Y eso que todo se hizo por concurso público, en lugar de hacer como ellos y negociar una prórroga.

No se entiende como un servicio que antes era tan malo, tan malo, resulte ahora tan bueno, tan bueno. Igualmente cuenta mucho como se comportaron con la empresa en los años siguientes. Y también suma el dinero que gastaron en informes y asesoramientos para buscar una alternativa al servicio y al sistema mismo, que nunca llegó.

Después de catorce años de dimes y diretes, el gobierno municipal nacionalista arrastra un estrepitoso fracaso que ahora trata de disfrazar con la milonga de la planta de compostaje. Sigue pendiente una explicación lógica, razonada y coherente, que el BNG de Lores no ha ofrecido ni tan siquiera al PSOE de Louro, su socio de gobierno. Y sobre todo le falta entonar su mea culpa.