Edificar relaciones personales sanas y de buena calidad afectiva ya desde las primeras edades. Es el objetivo de las actividades que desarrollará con los niños y adolescentes de Pontevedra la psicóloga Jone Ojeda en el marco del programa "Namorando", centrado en evitar en la medida de lo posible futuros escenarios de maltrato.

-Encabezó un estudio con resultados sorprendentes ¿es cierto que identificamos mejor los escenarios de maltrato en la prepubertad que al crecer?

-El estudio se hizo en cuarto curso de la ESO y fue en esa edad donde comprobamos que aquellos preadolescentes, niños y niñas, que no habían tenido ningún tipo de contacto amoroso, ninguna relación, identificaban perfectamente la violencia psicológica, comportamientos destructivos etc, sin embargo aquellos que habían tenido algún tipo de contacto ya lo identificaban de forma menos clara y los que estaban inmersos en una relación justificaban cosas como que el otro decida sin tener en cuenta en mi opinión, que esa otra persona se ponga celosa cuando me llaman por teléfono, que se burle de mi diciéndome cosas que me hagan daño, que se presente sin avisar en lugares que frecuento o que no se responsabilicen del método anticonceptivo, eso lo justificaban, entonces es efectivamente algo curioso, cuando estamos en una relación nos resulta más difícil identificar esos comportamientos.

-¿A qué lo atribuyen los especialistas?

-La conclusión a la que llegué con este estudio es que efectivamente el amor es ciego, cuando hay una emoción muy intensa hay una parte de la razón que queda en un segundo plano y es así porque de alguna forma está muy interiorizado, los esquemas están muy claros y desde muy atrás, desde la infancia se han venido desarrollando una serie de valores, una serie de concepciones sobre el amor y eso hace que cuando realmente la emoción esté tan activa se sigan basando en todas esas ideas preconcebidas anteriores.

-¿El amor romántico es un fraude?

-El amor romántico es un gran fraude porque nos minimiza como persona, nos indica que no somos personas completas, que somos medias naranjas y no lo somos, somos naranjas enteras (sonríe) y por el camino nos encontraremos con otra naranja entera con la que compartiremos cosas pero en ningún momento será nuestro complemento ni vamos a tener características dicotómicas ni nada por el estilo, es un gran fraude que nos hace mucho daño y que nos hace meternos en relaciones que muchas veces son relaciones de dependencia y de otra cosa, pero no son de amor.

-En el caso de las mujeres ¿se nos inculca el príncipe azul?

-Si, claramente, el príncipe azul y al que además tenemos la capacidad de cambiar si nos esforzamos lo suficiente (risas) si somos los suficientemente cariñosas, persistentes, entonces vamos a tener la posibilidad de cambiarlo y de que sea como nosotras queremos. Se nos inculca además la responsabilidad emocional de la relación, de tal manera que si fracasa es culpa nuestra y, claro, es una responsabilidad muy grande y que no es real.

-Y a la inversa ¿se les inculca a ellos la bella durmiente rescatable?

-Efectivamente, la idea de que tiene que proteger a la otra parte y, de alguna forma, esa protección lleva detrás una dominación y por la otra parte una sumisión, entonces estamos reproduciendo unos y otros comportamientos, y en un siglo como estamos, el siglo XXI, estamos reproduciendo comportamientos de siglos anteriores, por eso es importante trabajarlo y desde edades cada vez más tempranas.

-¿Les preocupa un retroceso entre los más jóvenes?

-Preocupa que estos comportamientos se están perpetuando e incluso hay profesores, ahora que hemos empezado las reuniones para desarrollar el programa, que si que nos alertan de que incluso están viendo como una involución en ese sentido, pero yo creo que es una perpetuación de cosas que están ahí, que están constantemente en los medios de comunicación, en las series, en la educación, en las familias, y que tenemos que empezar a desmontar.