A 80 kilómetros por hora (km/h), el 95% de los peatones atropellados muere; a 50 km/h fallecen el 50% y a 30, el 5%. Es una cuestión de vida o muerte. Así se entiende en Pontevedra, ciudad que implantó hace ya cuatro años, de forma pionera, la velocidad 30 en todas sus calles. Una apuesta que ha dado frutos como lo demuestra la última memoria de la Policía Local que registra cero víctimas mortales por atropello en la ciudad y 110 heridos de distintas consideración en accidentes de tráfico de todo tipo, el grueso de ellos de carácter leve. En este balance de siniestralidad también juega un papel fundamental la implantación generalizada de medidas de calmado de tráfico como los pasos de peatones elevados ("lombos") o rotondas.

La experiencia pontevedresa, largamente analizada en foros de seguridad vial y de movilidad urbana, está en buena medida detrás de la inclusión en el nuevo reglamento de circulación de España de la limitación a 30 kilómetros en las calles urbanas aunque no en su totalidad como ocurre en la capital sino en aquellos viales de un carril para cada sentido o de dirección única.

De acuerdo con los datos que maneja la Dirección General de Tráfico (DGT) los peatones representan dentro de la zona urbana en España el 46% de los fallecidos en accidentes, el 30% de los heridos graves y el 13,7% de los leves.

El control de la velocidad no es la única aportación que Pontevedra hace al nuevo reglamento, pues como recuerda el concelleiro de Ordenación do Territorio, César Mosquera, también propusieron que se limitase a 20 kilómetros la velocidad de las vías urbanas de plataforma única, como por ejemplo la calle Arzobispo Malvar, en las que los peatones y ciclistas tienen preferencia pero en las que necesariamente se convive con vehículos. Esta limitación, incorporada al nuevo código como norma general, hace innecesaria la señalización de la velocidad lo que por otra parte contribuirá, apunta Mosquera Lorenzo, a despejar de señales las vías urbanas y con ella mejorar la visibilidad de conductores, ciclistas y peatones.

El endurecimiento de los límites de velocidad era y es una demanda reiterada por colectivos de víctimas de tráfico como Stop Accidentes que han pedido, en los últimos años por activa y por pasiva que se "calme" en el tráfico en las arterias urbanas, en las inmediaciones de colegios, hospitales o centros comerciales. Este convencimiento de que hay que controlar la velocidad convierte a Stop Accidentes en una de las voces más críticas con la decisión adoptada por el Gobierno de subir de 120 a 130 km/hora la velocidad en los tramos seguros de autovía y en autopista.

Múltiples soluciones

De seguridad vial y de movilidad urbana hablará el alcalde Miguel Fernández Lores la próxima semana en un foro de debate organizado por la DGT, en el que se contrapondrán las experiencias exitosas de Pontevedra, Gijón, Vitoria, Madrid y Barcelona.

La prohibición del tráfico en el centro urbano y/o áreas históricas; la penalización económica de la circulación en coche por estas mismas zonas; autorizaciones para la circulación exclusiva de transporte público colectivo y servicios o la circulación alternativa de vehículos con matrículas par o impar son algunas de las fórmulas elegidas por ciudades españolas y europeas para calmar el tráfico y mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Son experiencias todas ellas que demuestran la viabilidad de dichas iniciativas y marcan el camino hacia un futuro en el que los coches ceden protagonismo a los peatones.