Se conserva una fotografía de Ruth Matilda Anderson cargando su cámara en las ruinas de Santo Domingo. No se aprecia su cara, pero si su sombrerito cloché a la moda de los años veinte, sus zapatos planos de cordones, falda y chaqueta "garçonne", una indumentaria que, a buen seguro, sorprendía tanto a los paisanos de la Pontevedra de entonces como éstos a la fotógrafa.

Otro tanto sucedía con su vehículo, uno de los muchos transportes (caballos, carros, la antigua linea del Castromil...) que utilizó hace 90 años para recorrer toda la provincia y documentar los oficios y paisajes.

Lo cuenta en una de sus notas al visitar Raxó: "Dejamos el coche en la carretera para subir a una colina... En el camino de vuelta Nuestra Señora (así llamaban al coche) se había convertido en el centro de un activo interés de multitud de niños, muchachos, muchachas, vacas y ovejas, Desde esta distancia es difícil juzgar quién es el investigador y quién el investigado, ya que ambos lados nos observábamos y cuestionábamos".

Excelencia y trabajo duro. Eran las directrices que el filántropo Archer Milton Huntington, fundador de la Hispanic Society of America, impuso a su fotógrafa e investigadora antes de su desembarco en el puerto de Vigo en la mañana del 7 de agosto de 1924 y ésta cumplió con creces el encargo.

En los meses siguientes captó miles de imágenes de Galicia y Asturias, en un intenso viaje en la que la acompañaba su padre, el también fotógrafo Alfred Anderson.

Éste dirigía un estudio especializado en retratos y paisajes y pagó la formación de su hija en la escuela de Clarence White, uno de los principales centros de formación de los fotógrafos estadounidenses.

Posteriormente fue el propio White quien recomendó a la fotógrafa a Archer Milton, que esperaba que las imágenes captadas en España ayudasen a dotar de contenido a la sociedad que encabezaba.

En cada viaje y cada ciudad (tras este primero habría otros tres a España hasta reunir unas 14.000 tomas) emplea esquemas semejantes: busca lo más particular (en especial trajes, por los que se sentía fascinada y en la que se convirtió en una gran experta), vistas, fotos de casas y monumentos, el trabajo cotidiano etc.

Especialmente, se detiene en los oficios tradicionales (encontró en los marineros y labradores la Galicia incontaminada que buscaba) en los niños y mujeres.

Meses antes, en la sede de la Hispanic Society, se documentaba sobre cada comarca, su geografía, flora y fauna, costumbres, oficios...

Sobre el terreno, contaba además con amigos colaboradores. En el caso de Pontevedra fue el trabajador de la Diputación José Otero Rúa, a través del cual tuvo oportunidad de conocer a artistas como Daniel Castelao y Francisco Asorey o a Antón Losada Diéguez.

Revelaba en la pensión o el hotel donde se alojaba y otras placas las enviaba a Estados Unidos. Cada imagen es detallada con varias notas y apuntes, describiendo la fotografía pero también la realidad que la rodeaba, mostrando la gran curiosidad de la autora.

Sus notas reflejan también su espíritu inquieto, su compasión por el sufrimiento y los ingentes problemas, especialmente de logística, que una fotógrafa y su padre, cargados de cámaras, lentes, trípodes etc, tuvieron que afrontar.

Tanto equipamiento, sus vehículos y su indumentaria sorprendían, pero Ruth Matilda Anderson logró conectar con muchos de los protagonistas de sus fotografías, especialmente las mujeres (a las que retrata trabajando, sonriendo, vistiendo sus mejores galas...) y los niños.

En la ciudad de Pontevedra capta con una serena distancia el trabajo de las mujeres en A Moureira, los desaparecidos "peiraos" del Lérez, los trabajos agrícolas en las desaparecidas marismas del Lérez o los mercados, por ejemplo el que se celebraba en el lateral del convento de San Francisco, en una finca que hoy forma parte del recinto religioso.

Tomas de las plazas de A Leña o el Teucro, vistas de la ría, mujeres mariscando o vistiéndose en la playa también formaron parte de su trabajo para documentar el día a día de la ciudad del Lérez.

La inquiera profesional recorrería aldeas y villas hasta el 28 de agosto de 1925 y volverá a Galicia el 14 de noviembre de ese mismo año, en esta ocasión acompañada por la fotógrafa Frances Spalding, para continuar el trabajo en las provincias de A Coruña y Pontevedra.

Posteriormente viajarían a Ourense para continuar por Zamora, Salamanca, Extremadura, Islas Canarias, Huelva o La Mancha hasta el año 1930.

A partir de ese año y de regreso a EE UU deja de encargarse de la fotografía de la institución para centrarse en estudiar el traje español.

Las fotografías de su viaje a Pontevedra no serían publicadas hasta 1936. Fue en la obra "Gallegan provinces. Pontevedra and La Coruña" y prácticamente nadie las conoció en Galicia, sumida en la Guerra Civil. Hoy son un testimonio impagable de una Pontevedra de artes, oficios y xunqueiras desvanecidas.