La República, cuya Constitución introdujo en 1931 cambios decisivos en el camino de la consecución de la igualdad de oportunidades, se encontró una escuela pública de nula calidad e hizo de su mejora una bandera. En ese proyecto las mujeres ocuparon un rol central y lo vivieron con ilusión.

Una vez iniciada la guerra, la ilusión dará paso a la invisibilidad o el exilio interior en el mejor de los casos y a las cárceles y los paseos en el peor, una etapa oscura que abordará simposio "A Memoria das Mulleres" 2014.

Se celebrará en la Casa das Campás y la conferencia inaugural correrá a cargo, el próximo día 30 a las 17.30 horas, de Anxo S. Porto Ucha. Éste disertará sobre "A escola represaliada na provincia de Pontevedra".

Le seguirá Raquel Vázquez Ramil con la ponencia "Mulleres galegas na Residencia de Señoritas de Madrid: da ilusión á invisibilidade", un coloquio y la presentación del número 27 de la revista Murguía, dedicada a "Historia da educación na Galiza".

El sábado, día 31, disertará Xosé Manuel Cid sobre "As mestras represalidadas en Ourense"; Xosé Álvarez Castro sobre "A escola represalidada na comarca de Pontevedra"; María Victoria Martíns, que presentará el proyecto "Mulleres universitarias pontevedresas na ditadura franquista" y Carlos Velasco Souto, que cerrará el simposio con la ponencia "O franquismo despois de Franco".

A finales del siglo XIX el 98% de las gallegas no sabía firmar. Lo recordaba ayer Manuel Puga Pereiro, nieto y biógrafo de Ernestina Otero Sestelo, al referirse al gigantesco esfuerzo que hicieron los maestros del primer tercio del siglo pasado para divulgar la formación femenina. "Había muchas dificultades para que los padres permitiesen que las niñas acudiesen a la escuela", señala, y también debían enfrentarse al tópico (todavía vigente) de la menor capacidad intelectual de las pequeñas frente a sus compañeros varones.

A todo ello, y a la pobreza de ingentes capas sociales, intentó hacer frente su abuela, una maestra nacida en Redondela en 1890, que estudió en la Escuela Normal de Pontevedra (el magisterio era entonces una de las pocas posibilidades de formación de las mujeres, de hecho hasta la década de los diez no podían cursar ni Bachillerato ni ir a la universidad) y posteriormente en la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio en Madrid, institución pionera y mixta que sembró en ella la defensa de la coeducación.

En Madrid entra en contacto con la Institución Libre de Enseñanza y sus ideas progresistas en materia pedagógica.

Tras concluir sus estudios y casarse con el boticario redondelano Luís Pereira Míguez, accede en 1915 a una plaza de profesora de Pedagogía en la Escuela Normal de Pontevedra, donde ella misma había estudiado. Allí colaborará en la creación de cantinas y roperos escolares experimentales, un medio de atraer a los niños al colegio y, especialmente, de paliar la pobreza de numerosas familias.

Dentro de su proyecto de innovación educativa, celebra viajes culturales a museos y lugares históricos, a espacios industriales etc.

Su momento llegaría con la proclamación de la Segunda República, cuando asume nuevos papeles en la puesta en marcha de la reforma educativa, organiza cursos de reciclaje para los maestros del rural, crea nuevas escuelas, coopera en la utilización de campos agrícolas experimentales y talleres artesanales.

Pone en marcha colonias escolares y se preocupa mucho de luchar contra el absentismo escolar, muy especialmente de defender la formación de las niñas, así como de fomentar la coeducación que permitiría a las pequeñas ir dando pasos en la consecución de la igualdad.

También participa activamente en la vida social de aquella efervescente Pontevedra, con apenas 30.000 habitantes "pero una intensa actividad con colectivos e intelectuales pujantes y comprometidos, si bien casi con una nula presencia femenina", subraya el nieto de Ernestina Otero.

Enseña en sus aulas la realidad social de Galicia y en febrero de 1933 ella y María Cruz Pérez serán las únicas mujeres que apoyarán el Manifiesto de los intelectuales gallegos a favor del Estatuto de Autonomía.

"El esfuerzo republicano llena Galicia de escuelas, algo que fue truncado por el retroceso que supuso el franquismo", señala Manuel Puga.

A modo de ejemplo, recuerda solo un principio de los golpistas para dar idea del retroceso que supuso el franquismo para la igualdad: "cualquier manifestación intelectual en la mujer es pura evidencia de su desviación sexual".

Al golpe militar de 1936 siguen las denuncias y persecuciones. Es suspendida de empleo y sueldo y figura en el primer listado de depuración, en el que aparecen, entre otros, Castelao o Osorio Tafall.

Fueron tres de los sesenta profesores suspendidos en ese primer momento, a los que se sumarían poco después las hermanas de Ernestina Otero, Lola y Esperanza, maestras de primaria.

Al año siguiente, "víctima de las humillaciones y agresiones físicas", subrayan los organizadores del homenaje, fallece su marido y diez días más tarde es separada definitivamente de su cátedra.

Finalizada la guerra (en la que subsistió impartiendo clases particulares que le permitían alimentar a la familia y hacer frente a las multas que se le imponen) revisan su expediente y se decide reponerla en su plaza, si bien es trasladada forzosamente fuera de Pontevedra e inhabilitada para cargos directivos. Se beneficiará de su experiencia y sabiduría la Normal de Ourense.

De vuelta a Pontevedra

En 1951 se le permite volver a Pontevedra y a su Escuela Normal, en la que se sentía "ajena", indica su biógrafo.

Herminio Barreiro, catedrático en la USC y alumno de esa etapa, recuerda que en el final de su carrera Ernestina Otero era "la representación más auténtica del viejo espíritu renovador de la Institución Libre de Enseñanza... En sus clases se citaban como un murmullo nombres no recogidos en los libros de texto oficiales o experiencias pedagógicas como la Escola Nueva de la que ella fue fiel seguidora".

En 1956, "con un corazón agotado", recuerda su nieto, falleció en Redondela este símbolo, como señala Barreiro, "de la emancipación femenina y feminista de la primera mitad del siglo XX".

Su ejemplo será recordado en el homenaje que se celebrará el próximo día 29 en Montero Ríos, delante del edificio que fue Escuela Normal y que reunirá a autoridades, al biógrafo de Ernestina y a personas que la conocieron como las escritoras Aurora y Clementina Vidal Caramés.

El homenaje dará paso, el viernes 30 y el sábado 31 de mayo, a la segunda edición del Simposio "A Memoria das Mulleres", que tendrá lugar en la Casa das Campás y este año lleva por título "A escola represalidada e resistente".