-¿Hubo muchas experiencias anarquistas en España?

-En la zona catalana y también en el País Valenciano, que en la época incluía Murcia, si, de hecho toda la exportación de agrios se hizo con la colectivización CNT-UGT, dos centrales sindicales.

-¿Tuvieron éxito?

-Sin duda, la campaña 36-37 fue un éxito y aportó divisas para la República, y también toda la industria de guerra nació primero en Cataluña por iniciativa de los mismos trabajadores. Una compañera que trabajaba en una pequeña empresa que hacía barras de labios me contaba que después hicieron cartuchos para las ametralladoras, es decir que hubo una tentativa, una creación y que fue muy eficaz, y a nivel del campo, por ejemplo, había las quintas, es decir que no había hombres para trabajar los campos ¿quienes quedaban? Los ancianos, los niños y las mujeres, y hubo tanta producción en el 37 y 38 como en el 35 y 36 cuando los hombres trabajaban el campo, es decir, que las mujeres lideraron gran parte de esos proyectos anarquistas de éxito y también que la producción se mantuvo.

-¿Qué espacio queda hoy para el anarquismo?

-Yo diría al contrario, por ejemplo durante la revolución soviética y entre los admiradores de la revolución hubo mucha gente que se alejó, al principio estaban dentro del movimiento bolchevique pero después adquirieron una actitud libertaria, aún siguiendo con la etiqueta marxista, así es que creo que lo que cuenta es la práctica de la persona, más que las etiquetas la actuación, por ejemplo en los colectivos libertarios en Aragón había gente de izquierda republicana, gente sin etiqueta pero que, en la práctica, hacían una labor totalmente libertaria aunque bajo una etiqueta que no tenía nada que ver con ellos, incluso campesinos católicos.