La empresa caldense Eurolatón se ha acogido al concurso voluntario ante las dificultades económicas por las que atraviesa desde hace meses. El juzgado de lo Mercantil número 2 de Pontevedra acaba de nombrar el administrador que tutelará la empresa durante este proceso con el que sus responsables tratarán de llegar a un acuerdo con sus acreedores y hacer viable de nuevo la empresa. Todo cuando falta un mes para que se cumpla el primer aniversario de la repentina muerte del presidente de la compañía, Carlos Pérez, fallecido en mayo de 2013 cuando estaba de viaje de negocios en México.

La crisis y el fallecimiento del hombre que había llevado a la firma a sus mejores resultados, parecen ser las causas que, según fuentes próximas a la empresa, han acelerado el declive económico. Sin el rumbo decidido que había impuesto su máximo impulsor y ahogada por las deudas tras una llamativa expansión, ahora el futuro de Eurolatón queda pendiente de cuál sea el resultado de este concurso de acreedores. El juez ha designado al abogado pontevedrés Carlos Dávila Fernández como administrador concursal de esta causa.

Plazo

Asimismo, se ha acordado el llamamiento de los acreedores para que comuniquen a este letrado la existencia de las cuantías que están a la espera de recibir por parte de la empresa. Los interesados disponen desde ayer de un mes de plazo para hacer llegar la documentación necesaria al administrador concursal.

La plantilla que trabaja en la sede caldense, no obstante, se situaba hace unos meses en torno a los 30 empleados, si bien estas oficinas llegaron a acoger hasta 70 en la época de mayor actividad. Las oficinas centrales fueron objeto, por parte de los últimos responsables de la firma, de su legalización mediante una solicitud urbanística que resultaría imprescindible para la obtención de un crédito. El proceso, realizado en enero, dejaba entrever entonces las dificultades económicas a las que hacía frente.

La compañía había conseguido una relevante expansión en la primera década de este siglo, introduciendo sus productos de ferretería en mercados tan dispares como Alemania, Venezuela o Egipto. Una internacionalización que también se realizó en el ámbito productivo, externalizando servicios y realizando en China buena parte de la fabricación que antes se hacía en Galicia.

Los dos proyectos internacionales más ambiciosos incluyeron la construcción, antes del inicio de la crisis, de centros logísticos en México (para surtir la demanda americana) y Colonia (para el mercado europeo) y una fábrica de grifos en China (2006), una de las mayores del mundo. En sus mejores épocas el grupo tenía más de 1.500 empleados y facturaba 40 millones de euros.