Un año más los marinenses nos encontramos sin proponérnoslo ante el día de la "Liberación", cuando se cumplen CCV años desde aquel 4 de abril de 1809, en el que los marinenses acompañados con vecinos de todo el Morrazo y Salcedo, realizaron la mayor gesta de nuestra historia colectiva, cual fue la derrota y expulsión de las tropas napoleónicas de nuestra Villa y del castillo de San Fernando, que había sido tomada y tiranizada apenas un mes antes, escribiendo con su actitud una página gloriosa de unidad, honor y libertad, ejemplo que debe ser la guía de nuestra colectividad en la larga travesía por la historia. Por lo que parece, todavía no hemos asumido totalmente la lección que nos enseñaron los marineros, campesinos y paisanos, que olvidándose de sus problemas personales se unieron en la meta común de derrotar a los tiranos invasores, dejándonos una gloriosa página de unidad, coraje y servicio a la colectividad.

En estos momentos de crisis en que vivimos, ciertamente convulsos y de incierta y difícil solución, debemos hacer un alto en el camino, para mirar a nuestra historia y aprender como solucionaron nuestros antepasados aquella difícil situación, para comprender que la unidad, el sacrificio y el esfuerzo son imprescindibles para alcanzar la meta deseada, por lo que sin estas condiciones no es posible lograr ningún avance hacia las metas de desarrollo y progreso. El día de la Liberación debe ser pues, un espejo donde podamos mirarnos para siguiendo sus enseñanzas continuar decididos por la senda de la unidad y la colaboración en aquellas situaciones que así lo requieran por repercutir en toda nuestra sociedad.

Por eso la celebración de este glorioso aniversario, además de servir como acto de reconocimiento y homenaje para aquellos que dieron lo mejor de si mismos en defensa de la colectividad, es además un acto que honra a todos los marinenses y significa la comunión con nuestra historia y por eso el recio monolito que recuerda este glorioso hecho, no debe ser únicamente un símbolo, sino también una constante llamada para todos los marinenses para seguir trabajando por el bien colectivo.

Si después de treinta y ocho años celebrando esta gesta, no somos capaces de respetar y aprender la lección que otros nos dieron por el bien de la colectividad, y que en otras villas y ciudades lo celebran "por todo lo alto", incluso siendo día festivo, para que los ciudadanos lo celebremos con alegría y porque no?, con orgullo y satisfacción; es cierto entonces que los marinenses somos una colectividad egoísta, individualista y poco dada a realizar empresas comunes. Cada uno y cada colectivo, de la clase que sea, antepone por encima del bien común, su propia conveniencia, y así es difícil de progresar. Reflexionemos pues en este día.