La convulsión social, una vez más se ha cebado con la gente del mar y con quienes vivimos a su borde que, más frecuentemente de lo que quisiéramos, sentimos el lacerazo de la pérdida de hombres, acaso marineros desconocidos para muchos pero de esa familia general de las gentes del mar que es cosa muy de todos y como tal sentimos su pérdida. El mar se cobra su tributo con más regularidad de lo que desearíamos todos pero es rigurosamente cierto que, por muchos adelantos que se pongan en los barcos, como los que llevaba el pesquero marinense, y por más que se preparen los tripulantes para evitar accidentes, inexorablemente, más tarde o más temprano, el mar cobra su tributo en vidas .

El dramático escenario esta vez fue esta vez la mismísima ría de Vigo. Hace unos días era un poco más al norte y, los que poco sabemos de las cosas del mar, apenas podemos comprender las causas de semejantes desgracias. Éso sí, cada quien opina como le parece, desde los totalmente legos, a los que se consideran muy entendidos. Así, quien más quien menos, en las últimas horas ha dicho lo que le parecía. Hemos oído de todo aunque, en todo caso, opiniones con la única base de la subjetividad personal de quien las pronuncia.

El pasado miércoles, por ejemplo escuchamos en una radio a una persona mayor que dijo ser marinero jubilado quien aseguraba, prácticamente, que el barco llevaba un piloto automático y poco menos que iba sin gobierno. "Hai que ter mais coidado", apostillaba el sujeto.

Semejante aseveración pone en tela de juicio la responsabilidad del "costa" que, para su desgracia, dejó la vida en el suceso y no puede defenderse de motu propio de tan velada "acusación". Y, opiniones como ésa, si vienen además de un viejo lobo de mar, confunden y se pueden convertir en tácitas acusaciones de quien quiera creer tal argumento. Seguramente el hombre lo habrá dicho, sin pensar o sin saber, que el patrón del pesquero mantuvo una comunicación constante, casi una discusión, con el centro de tierra que ordena el tráfico, considerando que el monstruo de los coches le venía por el canal que no le correspondía. Que sí o que no, la discusión acabó en tragedia pero demuestra que el "costa" del Mar de Marín sí estaba en el puente y pendiente de la derrota del barco. Otra cosa es el motivo del choque: que si las luces, que si la velocidad, que si la confusión...cualquier cosa, digo.

Pero dicho ésto, a uno que es lego total en esto del tráfico marítimo, le viene a la cabeza la pregunta de si, quien estaba en el Centro de Control, ante tan inminente peligro, no tendría que haber ordenado parar a ambos barcos para evitar la desgraciada colisión y con ello la desgracia que sume en la tristeza a esposas, hijos, madres, padres y al pueblo en general. Éso, por qué no (?).