Desde hace unos días, el Concello lleva a cabo obras de emergencia en la residencia de la ONCE con el fin de reparar las graves filtraciones de agua que padece desde hace varios años el inmueble, con un tejado totalmente inservible. El alcalde, Miguel Fernández Lores, realizó ayer una visita a esos trabajos y recorrió parte del inmueble. Esta inspección ha permitido comprobar, por un lado, las excelentes instalaciones que alberga esta residencia, y, por otro, la ruina a la que se dirigen por el abandono total que padece desde 2010, cuando pasó a manos del Concello en virtud de un convenio urbanístico que apenas se ha desarrollado desde entonces.

Este edificio cuenta unos 5.000 metros cuadrados repartidos en siete plantas y además de dependencias comunes, uno de sus principales atractivos es el complejo residencial, con unas cuarenta habitaciones, dobles y triples, con capacidad para 116 personas. Pero la acción continuada del agua durante estos años, agravada en los últimos temporales, ha convertido todas sus paredes en una mancha continua de humedad, musgo y deficiencias. Muchas ventanas filtran agua sin parar y parte del mobiliario interior aparece incluso podrido por sus efectos, todo ello sin contar los grandes charcos que se acumulan en los suelos.

El aspecto exterior del inmueble (ahora rodeado de andamios y lonas) no invita a pensar el deficiente y lamentable estado interior, con mesas de billar almacenadas, mobiliario recogido, ascensores que no funcionan y otros muchos problemas.

El responsable del Colegio Santiago Apóstol, José Ángel Abraldes, que acompañó al alcalde en el recorrido de ayer, explicó que la residencia se abrió en 1993 y funcionó con más o menos normalidad hasta 2010, año en la que quedó vacía y comenzó su declive hasta la ruina que hoy se puede comprobar en su interior. Los trabajos de emergencia emprendidos por el Concello, por unos 170.000 euros, se centran sobre todo en la cubierta y las fachadas exteriores, para evitar las humedades, pero aún será necesaria una fuerte inversión añadida para actuar en todo el inmueble. Con razón la Universidad de Vigo declinó la conversión del inmueble en una residencia universitaria. Sus habitaciones e instalaciones la hacían ideal para ello, pero la inversión necesaria se escapaba de sus presupuestos.