El derrumbe de un hórreo hace unas semanas fue la gota que colmó el vaso. El patrimonio arquitectónico de Combarro, todo un icono de Galicia, se encuentra en un estado de conservación lamentable, hasta el punto de que sus famosos hórreos no pasarían hoy el filtro para ser declarados como Conjunto Histórico-Artístico.

Maderas en mal estado, cubiertas que amenazan con venirse abajo, cables sueltos, todo tipo de objetos en el espacio inferior, restauraciones poco afortunadas€ Las continuas denuncias de la asociación A Solaina han sido escuchadas y el Ayuntamiento acaba de realizar un informe en el que recoge la situación de los 75 hórreos de la villa y detalla una serie de recomendaciones para mejorar su conservación.

Entre las recomendaciones del técnico municipal que se encargó del estudio figuran consejos sobre su limpieza y restauración. En el primer apartado se especifica que la limpieza no se realizará con productos químicos, y deben emplearse pinturas que permitan la transpiración. Otra recomendación explica que es preferible la recuperación de piezas en vez de la sustitución por otras nuevas. Se insiste también en la necesidad de mantener "libre y limpio" el espacio entre los pies de los hórreos para evitar problemas estructurales.

El estudio, que será enviado a Patrimonio y a la delegación territorial de la Xunta en Pontevedra, incluye todos los hórreos integrados en el plan de protección del conjunto histórico-artístico de Combarro, así como otros de especial valor debido a su antigüedad y proximidad al casco histórico.

Desde el gobierno local se confía en que este estudio contribuya a la concienciación del cuidado de estas construcciones tan asociadas a la imagen de Combarro y de Galicia en general.

Uno de los objetivos de los vecinos es contar con las ayudas económicas necesarias para mantener unas construcciones emblemáticas pero que necesitan una serie de cuidados, sobre todo teniendo en cuenta que ya no se dedican a su uso tradicional.

En opinión de los responsables de A Solaina, "falta un plan de conservación permanente al que puedan acudir de forma inmediata los vecinos, nutrido con fondos locales, autonómicos o europeos". Asimismo, consideran necesarios unos criterios "sobre cómo el hórreo tiene que dialogar con lo que existe en Combarro, lo que significa políticas que tengan en cuenta los usos en torno a esos espacios". Y en tercer lugar, "el cuidado de policía, una supervisión de los espacios, que en Combarro son muy pequeños".

Como denuncian desde la asociación, "la caída de una palleira es un síntoma de otros males de fondo". La asociación lleva tiempo solicitando ayudas para reparar los desperfectos que presentan una gran parte de las palleiras, nombre con el que se conocen en Combarro los hórreos.

Propiedades particulares

La Administración alega que se trata de propiedades particulares que están protegidas y que son sus dueños quienes deben conservarlas. Pero el problema de los hórreos es que ahora no tienen las funciones tradicionales, sino más bien un carácter ornamental, por lo que acaban deteriorándose. Al tratarse de un Bien de Interés Cultural, tienen derecho a disfrutar de ellos tanto los propietarios particulares como la sociedad, "y la sociedad tiene que implicarse en algún sentido", reclaman desde A Solaina. Todos son conscientes de que son los propietarios quienes deben responsabilizarse del buen estado de los hórreos, "pero la Administración no pude dar la espalda".

El hecho de estar agrupados y encima del mar da un carácter especial a los hórreos de Combarro, hasta el punto de ser todo un icono de Galicia. Junto con los hórreos de piedra y madera hay también hórreos de ladrillo, de cemento, que se construyeron en los años 20 y 30 del pasado siglo y que están incluidos en el Conjunto Histórico, hasta el punto de que Patrimonio impediría que ese hórreo de cemento se sustituyese por otro de piedra. La cuestión no es tanto el material de que estén hechos, sino cómo se conservan.

El patrimonio de Combarro incluye 75 hórreos y 11 cruceiros, 7 de ellos ubicados en el Conjunto Histórico. Los cruceiros también necesitan un mayor cuidado -hace dos o tres años cayó uno y tuvo que ser restaurado-, aunque en este caso la responsabilidad es de las autoridades públicas y no de los particulares.

Junto con la conservación de los hórreos se busca también un mayor respeto por el "eirado", el entorno que está a su alrededor, las plataformas de piedra sobre los que se encuentran situados. En estos espacios al borde del mar, como consecuencia de los usos turísticos se están colocando estructuras permanentes que impiden ver el mar a través de los hórreos. Además, no hay una gestión de los valores tradicionales y una adaptación a los nuevos usos turísticos. Rafael Vallejo, presidente de la asociación A Solaina, emplea un verbo de los más expresivo, "chiringuitear", para definir la actividad de los pequeños locales comerciales y de hostelería que han tomado la zona de los hórreos próximos al mar.

Uno de los problemas está relacionado con el destino que se da al espacio inferior de los hórreos. En muchos de ellos se guardan cajas de los bares y restaurantes, así como leña y otro tipo de objetos, lo que contribuye al deterioro del entorno. "Es un problema de policía, de cuidado municipal para evitar las malas prácticas", añade Rafael Vallejo.

Otro de los problemas tiene que ver con la iluminación que se les puso hace unos años; el tendido eléctrico se deterioró y en algún caso están los cables sueltos junto a los hórreos. "En este caso no es culpa de los propietarios, sino de las autoridades", matizan desde la asociación A Solaina.