Apenas una decena de millas las separan, pero en realidad parecen estar a años luz una de la otra. La isla de Tambo, cuyo futuro se debate desde que a principios de siglo perdió su uso militar, languidece desde 2002 a la espera de oportunidades como aquellas de las que disponen Ons, Cíes, Sálvora o mismo San Simón. Su apertura al público se ha caído de la agenda pública y solo de vez en cuando surgen voces que reclaman un mejor porvenir para este emblema del interior de la Ría de Pontevedra. La última, la de la naviera que esta misma semana planteaba su intención de realizar rutas desde Combarro. Una posibilidad que parece imposible a corto y medio plazo.

La dejadez de las administraciones a lo largo de los últimos años ha derivado en que ahora ya resulte prácticamente imposible su visita por parte de grupos autorizados. Algo que tiene que ver con el derrumbado muelle, cuyo arreglo tiene un coste estimado de entre 300.000 y 400.000 euros. Desde que se derrumbó gran parte de este embarcadero, hace ya tres años, desde el Gobierno central (titular a través de Defensa) no se han producido avances para realizar esa reparación pese a ser una obra de reducido presupuesto.

Por lo tanto, las hasta entonces escasas visitas a la isla (solo se permitían bajo petición, cumpliendo una serie de requisitos y tras la identificación de cada uno de los solicitantes) son ahora bastantes menos. Tan solo las naves que puedan aproximarse a la playa para desembarcar pasajeros en plena arena podrán realizar el transporte.

Lo prioritario para convertir Tambo en un espacio abierto a los vecinos y en un reclamo turístico como son las islas que pueblan las Rías Baixas es, por tanto, reconstruir el embarcadero para retomar las visitas de grupos bajo demanda. Pero el plan no debería quedarse ahí, como defienden quienes abogan por su apertura al público.

El Concello de Poio ha incidido en varias ocasiones, desde que se desmilitarizó la isla a principios de este siglo, en el deseo de aprovechar y salvaguardar al mismo tiempo las posibilidades que ofrece. Se planteó su inclusión en el Parque Nacional Marítimo Terrestre de las Islas Atlánticas, pero las autoridades competentes la descartaron. Sí se persigue todavía un funcionamiento similar al de, por ejemplo, Cíes, donde se ha establecido un cupo máximo de visitas por día. La idea que maneja el Concello pasaría por generar un destino de turismo y ocio sostenible, con un límite reducido y siempre con vigilancia dentro de la isla. También la recuperación de edificaciones como la capilla o el lazareto. Así lo trasladaron en varias ocasiones al Gobierno y la Xunta sin que, por ahora, las gestiones hayan resultado fructíferas.

En cualquier caso, no todo son obstáculos. El objetivo de darle a la Illa de Tambo un futuro acorde con sus posibilidades recibirá en los próximos meses un espaldarazo. Para esta primera mitad del año se espera el resultado de un estudio de la Universidad de Vigo en el que se recogerán necesidades, posibles usos y propuestas de futuro de este, para muchos, misterioso inquilino de la ría.