El verdadero precio de todas las cosas es el esfuerzo y la dedicación que suponen. Y el jesuita Luis Pereiro Álvarez pagó con décadas de trabajo su empeño por saber más de la vida de Cristóbal Colón, un personaje al que dedicó gran parte de su vida y, de hecho, el religioso se murió convencido de que su obra prueba el origen gallego del navegante.

Solitario y enigmático, su biografía es en gran parte un misterio, incluso para su propia familia. Nació el 29 de enero de 1916 en Remoiño, en Arnoia-Ourense y se ordena a los 19 años (ingresó en los Jesuitas el 12 de octubre de 1935). Un año después emigra para huir de la guerra civil, pero se desconoce si se marchó a Bélgica o a Francia.

Es solo uno de los misterios que rodean a este personaje que el 20 de noviembre de 1973 abandona la compañía de Jesús con la idea de montar su propia congregación religiosa.

A partir de ese momento, se centra plenamente hasta su fallecimiento en 2006 en sus investigaciones sobre Colón.

Reside en una vivienda de planta baja en el centro de Salamanca y devora cualquier obra y documento atribuido al mavegante, para ir separando palabras y haciendo interminables listas: ¿cómo sería ese mismo vocablo en español, en latín, en portugués y en gallego? Son los idiomas que él domina, más que Menéndez Pidal, que fue uno de los defensores del origen español y empleó un método semejante.

Meticuloso, todas las palabras que pudo haber utilizado Colón aparecen en sus cuadernos por orden alfabético y bajo distintos títulos: "Diario de Colón", "Libro de la primera navegación", "La lengua materna de Cristóbal Colón", "Palabras gallegas de Colón"...

Después de estudiar el léxico y todo tipo de frases que pudo haber empleado Colón, se centra en la toponimia; mapas y mapas en papel debolla de las rías y de como los nombres de sus accidentes geográficos aparecen reproducidos en las costas americanas.

Documentos, monumentos, tradiciones, el origen del apellido, los motivos por los que pudo ocultar su origen... Todo lo relacionado con Colón es minuciosamente analizado.

Reúne la totalidad de su trabajo bajo el título de "Colón de España" y, consciente de su importancia, la registra en los años 1998 y 2000 en Madrid y Castilla-León. Es una obra monumental, 12 tomos de los que su familia no tenía ni conocimiento.

Concienzudo hasta el final, hizo testamento ante el notario Julián Marcos, del colegio de Valladolid, y detalla donde estaba su gran tesoro: en una maleta que permanecía oculta en una vivienda. Adjunta además notas precisas sobre cómo publicar la obra o el alcance de su importancia.

Sus herederas, sus sobrinas-nietas Marisol y Míriam Pereiro (en la imagen que ilustra esta información, Míriam con su marido, Pedro Rey Fernández) desconocía práticamente todo de la vida del jesuíta y tuvo conocimiento de su legado cuando el notario se puso en contacto con ella para hacérselo llegar.

Tras un primer estudio crítico superficial (el legado acaba de hacerse público) los integrantes de la Asociación Cristóbal Colón Galego comprueban que Luis Pereiro ni cita en sus investigaciones a De la Riega, el autor que lanzó hace un siglo la teoría del origen pontevedrés del navegante, pero sorprendentemente llega a la misma conclusión. Para ello se basa además en las mismas claves: las numerosas frases y palabras en gallego que emplea Colón, sus expresiones o los nombres con los que bautiza las costas americanas a las que va llegando y que se corresponden con nombres de las rías gallegas.

La Asociación Cristóbal Colón Galego se propone ahora llevar a cabo un estudio riguroso de la obra y sacar del anonimato a un jesuíta que siguió la máxima de San Agustín: reza como si todo dependiera de Dios, trabaja como si todo dependiera de ti.