Si tu madre te dice que te ama, verifícalo. Era la vieja norma de un periodismo que no toleraba errores y, en caso de cometerlos, se apresuraba a corregirlos, tiempos que semejan a distancia sideral cuando en el televisor o en las páginas del periódico arranca el espectáculo en el que indicio se equipara a la primera conjetura (que si los celos, que si el testamento) y ésta acaba por ser prueba.

Los juicios paralelos "son casi cotidianos y reiterados", denuncia Pedro Apalategui Isasa. El veterano abogado, con más de 40 años de experiencia y que declinó conceder entrevistas, fue el encargado de pronunciar la lección inaugural del curso 2013-2014 del Master en Abogacía que celebra el Colegio Provincial de Abogados.

Tras dejar claro que la publicidad del proceso penal es un mandato constitucional y "la única posibilidad de evitar arbitrariedad, es lo fundamental de la crónica judicial" (de hecho defendió a numerosos periodistas acusados durante el franquismo de desacato), Apalategui lamentó que en la actualidad esa información sea "frívola y carente de rigor".

"Van desapareciendo los profesionales con experiencia, sustituidos por otros con menos años de oficio y menos sueldo, caracterizados por la frivolidad".

Esos profesionales (¿?), recordó, "van dirigiendo la opinión hacia la tendenciosidad, que es el caldo de cultivo de los juicios paralelos".

También apuntó a la titularidad de los medios: "Hace menos de 30 años eran sociedades familiares las propietarias de los medios y alguna radio, ahora entran en juego la televisión y las sociedades mercantiles, que si son mediáticas tienen como objetivo la información y también la cuenta de resultados.... Más que como empresas, operan como lobbies, inclinados hacia poderes políticos y económicos".

"La empresa periodística trafica con la información, con la realidad", recordó Apalategui antes de incidir en que ya en el siglo XVIII Edmund Burke las consideró el cuarto poder y que en 1842 Marx insistió en que "la primera libertad de prensa consiste en no ser una industria, no ser un negocio".

Esta forma de poder con una gran dimensión económica "cuenta con un estatuto ambiguo", señaló, pero constituye un intermediario entre la realidad y el destinatario, una posición privilegiada que le permite "modificar los códigos culturales", señaló el ponente.

Éste denunció que los juicios paralelos le preocupan no tanto porque quede afectado el derecho al honor de un ciudadano sino, más allá del aspecto subjetivo, porque "afecta a la estructura del estado de derecho", para empezar a la capacidad del jurado de administrar justicia libremente, al derecho a un proceso justo y también al de recibir una información veraz.

¿Qué ocurre cuando se sobredimensiona? Se preguntó, "que estamos ante un anticipo del juicio y de una condena". Estableció un paralelismo entre el caso de Dolores Vázquez y el de Rosario Porto, madre de la niña asesinada en Santiago: "Están interpretándose como indicios lo que solo son juicios de valor pero con los que se lleva a la opinión pública a una condena".

Al escuchar el veredicto del jurado popular en el caso de Dolores Vázquez pensó "que no lo podía creer, que no podía haber una condena ¿dónde están las pruebas?... Hasta que llegó un jurado profesional" que anuló esa condena injusta.

Calificó de "patologías" que "se analiza y valora el proceso judicial, los hechos y las personas, es lo normal en el juicio paralelo... Y defienden el derecho a descubrir a los verdaderos culpables, convertirse ellos en investigadores, que investiguen por su cuenta y riesgo es un desprecio absoluto que vulnera el derecho del ciudadano... Un estado de derecho tiene que rechazar la obtención mediante medios ilegales como los que usa el medio".

Criticó que los medios "asumen muchas veces funciones que son propias de un juez" antes de exponer su opinión de que "es razonable que el aparato legislativo pueda ser un freno a los juicios paralelos" y que "el juez puede paralizar si tiene en cuenta la limpieza del proceso, la tutela del acusado y la garantía tutelar de la imparcialidad del tribunal popular".

El 27 de noviembre de 2009 una pequeña de 3 años apareció muerta en extrañas circunstancias en un parque de Tenerife. Al día siguiente un periódico de tirada nacional (cuyo nombre citó) publica en portada la foto del presunto autor con un titular: "La mirada del asesino", acusando al padrastro de la niña. El 30 de noviembre la autopsia determina que había fallecido tras sufrir un golpe con un columpio. Al igual que Dolores Vázquez, el hombre hoy seguirá esperando que alguien le pida perdón.