"Me dio la vida mi hija". La mujer a la que supuestamente agredió su pareja sentimental a martillazos en el domicilio familiar de ambos en Poio explicó ayer ante los magistrados de la Audiencia Provincial que fue la ayuda de una de sus dos hijas al sujetar a su padre por la camiseta durante la agresión lo que le permitió huir y refugiarse en la autoescuela que hay en un piso vecino. También la reacción de su otra hija, que acudió a pedir ayuda, fue clave.

La víctima declaró ayer ante los magistrados de la Sección Cuarta de la Audiencia protegida por un biombo de la mirada de su presunto agresor. Pese a que no estaban casados, ella y el acusado, Jeremías Canda Rodríguez, eran pareja desde hacía más de 15 años y tienen dos hijas en común, que en el momento de los hechos tenían 13 años de edad.

Explicó que el 18 de abril de 2011, cuando se produjeron los hechos, Jeremías Canda le telefoneó para pedirle si podría dejarle entrar en casa para ducharse. Estaban en proceso de separación y él ya llevaba un tiempo fuera de la vivienda familiar. Esta mujer explicó que Jeremías Canda entró y ella siguió con sus quehaceres domésticos. Asegura que no apreció signos de que pudiera estar ebrio, al menos de forma muy evidente. Afirmó también que no vio acercarse al acusado con el martillo, sino que estaba agachada, haciendo la cama cuando recibió un primer golpe: "Sentí como un pitido muy grande, un zumbido y luego se me puso todo negro, no podía ver nada", de repente sentí un segundo golpe y volví a ver", explicó la mujer.

"Me quería dar otra vez"

La víctima de la agresión también señaló que fue tras este segundo golpe cuando recuperó la visión: "Entonces lo vi con el martillo levantado y haciendo el gesto de que me quería dar otra vez". Asegura que entonces comenzó a gritar y a pedir auxilio a sus hijas. Una de ellas salió a pedir ayuda y la otra se quedó detrás del padre, "agarrándolo por la camiseta para intentar pararlo". Durante el juicio de ayer la mujer respondió a preguntas del fiscal jefe, Juan Carlos Aladro, que logró parar con su brazo un tercer golpe con el martillo y que pudo huir del acusado gracias a que su hija lo agarraba: "Si no, no entiendo como me podría haber escapado con lo fuerte que es él", señaló. Dijo que salió de casa como pudo y que "cuando vi al otro lado del pasillo a la chica de la autoescuela con la puerta abierta vi la luz, vi la vida". Ambas intentaron cerrar la puerta pero aseguró que el acusado trataba de impedirlo: "Metió su brazo por el medio de la puerta para evitar que se cerrara y veíamos su brazo de arriba a abajo", explicó al tribunal. Una vez que lograron cerrar, esta mujer explicó que se sintió aterrada y que quería volver a salir "porque pensé que iba a matar a mis hijas". Esta vecina de Poio añadió que no se esperaba un ataque de estas características ya que confirmó que nunca había sufrido agresiones físicas por parte del acusado con anterioridad. "Esta fue la primera vez y espero que sea la última", dijo a los magistrados para finalizar una declaración en la que no pudo evitar el llanto en varias ocasiones.

"Un acto impropio de mí"

Por su parte, el acusado, Jeremías Canda, no negó que aquella tarde hubiera agredido a su pareja con un martillo. No obstante, tampoco reconoció lo sucedido. Dijo simplemente que no se acordaba de nada. El fiscal jefe le reprochó su "memoria selectiva" ya que sí recordaba otros muchos detalles de ese día salvo la supuesta agresión. Canda alegó que "estaba muy bebido". Se considera que no es responsable de estos actos ya que "me encontraba bajo una situación de alcohol y fármacos" que supuestamente tomaba para tratar una fuerte depresión que tenía en cima. "Una semana antes me llevaron a la unidad de psiquiatría del hospital porque quería quitarme la vida", dijo. Reconoció no obstante que acudió ese día al piso de su pareja y que cogió el martillo en el patio de la casa: "¿Para qué?", le preguntó el fiscal Aladro; "no lo sé", se limitó a responder el acusado. "Yo sé que hice algo malo pero no sé el qué", añadió, "cuando me desperté y me vi encima de ella pensé en lo peor, no sé lo que me pasó por la cabeza, es un acto impropio de mí".

Declaración de la hija

En el juicio también declaró una de las hijas del acusado y de la víctima, que tenia 13 años en el momento de los hechos: "Estábamos jugando al ordenador en una habitación cuando escuchamos un grito de mi madre pidiendo socorro". Asegura que ella y su hermana corrieron a la otra habitación y vieron "a mi madre agarrando los brazos de mi padre y a mi padre con el martillo en la mano". Esta chica ratificó, tal y como había hecho momentos antes su madre, que mientras su hermana salió a pedir ayuda "yo agarré a mi padre por la camiseta y conseguí que mi madre se liberara y pudiera irse". Esta adolescente también declaró tras un biombo.

La Fiscalía solicita una pena de 15 años de prisión para Jeremías Canda Rodríguez, vecino de Poio aunque originario de Ponte Caldelas, como autor de una tentativa de asesinato. Asimismo, pide que no se pueda aproximar o comunicarse con su expareja durante 25 años.