Estamos en el ecuador de la legislatura municipal. Cada uno ya valora de cómo han ido las cosas y en las declaraciones leídas esta semana nos encontramos con que, mientras lo de un a banda dicen que todo bien, los de la otra aseguran que un desastre. Los ciudadanos son los que calibrarán lo que han visto y oído durante estos dos años e incluso las posibilidades que se muestran de cara a los otros dos próximos y, dentro de casi nada, sagrada Democracia, expresar la única opinión colectiva que vale en las urnas. El PP de María Ramallo tendrá que echar el resto con ayuda de las administraciones superiores en un insuperable momento de recortes. En la oposición, el PSOE que sigue, al menos que se sepa, sin abrirse a una renovación profunda tendrá que hacer mucho para recuperar el terreno perdido; el BNG verá si su implacable campaña de acoso y derribo le da resultado y Mar-In deberá intentar seguir en la corporación. La incógnita será la influencia de la llegada de las nuevas opciones nacionalistas. Sobre todo para algunos.

El corpus que viene