"Estoy cansado después de tantos años", lamenta el presidente de la asociación vecinal "Río dos Gafos", José Carlos Sarmiento. El colectivo celebrará mañana lunes una asamblea en la que, previsiblemente, anunciará la disolución del mismo, un punto y final a una trayectoria de 23 años que está provocado por la desidia de los propios vecinos. "Si hubiera gente que colaborara o echara una mano, aún habría una posibilidad de continuar", manifiesta, por su parte, el secretario, Narciso Romero. Más contundente se muestra Sarmiento, quien alega problemas de corazón. "Yo me voy, lo tengo clarísimo". El presidente se marcha con el mal sabor de boca de no haber obtenido el reconocimiento suficiente a su labor al frente del colectivo. "Estar en una asociación es algo totalmente desagradecido. Organizas una actividad y la gente no participa", asegura. En este sentido, es significativo que, como máximo, son cinco los vecinos que acuden a las asambleas. "¿Qué hacéis los de la asociación?", nos preguntan. ¿Y qué hace la gente?, respondemos nosotros".

Tiempos mejores

"Desde que empezamos, en 1990, conseguimos cambiar el entorno. La calle Palamios estaba sin asfaltar, había unos socavones inmensos. En lo que es hoy el Hotel Dabarca había una estructura que estaba repleta de drogadictos y que llevaba 50 años en esas condiciones. Gracias a un acuerdo con Cobián Salgado (alcalde entre 1991 y 1995) conseguimos impulsar este proyecto", recuerda Romero. En sus inicios, la asociación vecinal "Río dos Gafos" contaba con más de 130 socios. Entonces "se fueron logrando cosas gracias a la unión y participación de la gente". Aunque para los portavoces de este colectivo todavía quedan muchas cosas por hacer, estos recuerdan la situación "denigrante" que vivía el barrio a principios de la década de los 90. "Estábamos sin colector en el río de Os Gafos y toda la porquería de la ciudad salía allí. Éramos nosotros quienes padecíamos esto, sobre todo en verano, que teníamos que pasar por allí con mascarilla por los olores. Solo nos salvaba que cada seis horas había subida y bajada de marea, eso limpiaba un poco", rememora Romero. Fue esta situación la que propició la movilización vecinal, un movimiento que en la actualidad, con los apenas 25 socios con los que cuenta el colectivo, ha perdido fuerza. Todo ello, a pesar de que advierten de que la desembocadura está totalmente "asilvestrada" hasta el punto de que aún existen restos de los arrastres que se produjeron después de las fuertes lluvias de enero de 2012.

Aunque la asociación parece tener los días contados, tanto Sarmiento como Romero destacan que aún quedan muchas cosas por hacer en Ponte Nova. "No concebimos que una zona de Pontevedra que está a cinco minutos del Concello presente este estado", lamentan ambos representantes, quienes enumeran una serie de reivindicaciones históricas que nadie escucha. Un hecho significativo es que la calle que discurre paralela al margen izquierdo del río, conocida popularmente como la de la Cofradía, oficialmente no tiene ni nombre. "Ni eso", reiteran.

Esta dejadez que puede parecer simbólica se consolida cuando ambos portavoces detallan que la zona tiene "una escasez de luz tremenda, sobre todo en invierno", algo que, según denuncian, favorece la compraventa de droga en la zona desde vehículos. En este sentido, ambos recuerdan una de las reivindicaciones históricas de la asociación: el acondicionamiento del margen izquierdo del río de Os Gafos, una zona que quedó marginada cuando el Concello acometió la mejora de la avenida de Marín. "Le dijimos a Luis Bará que no entendíamos cómo dejaba el margen izquierdo totalmente aislado. No lo entendíamos", recuerda Romero. "En cambio, sí atendieron las peticiones de San Roque", concluye.