En cuanto trascendió el sonado incidente, Pontevedra se convirtió en un hervidero de comentarios y maldades. En general, la gente tomó partido a favor del agredido cuando supo que el agresor había alardeado a voz en grito de su virilidad riojana tras su brutal reacción.

"Los de Logroño somos así, señora" en su versión más testicular, fue lo que proclamó Heredia Gil tras dejar traspuesto a Juan Trapote en el Palacio Provincial.

Los ingenieros hicieron "cuestión de clase" y pusieron el suceso en conocimiento del Colegio de Ingenieros de España. También los empleados de Obras Públicas protestaron contra el ultraje sufrido por su jefe. Numerosas personalidades, amigos y vecinos le testimoniaron su adhesión de palabra o por escrito.

"En esta tierra, por muy riojanos que sean los intrusos, tenemos un claro concepto de la propia estimación y del propio decoro. Y cuando se nos ultraja, ese ultraje sabemos vengarlo virilmente". El diario vigués Galicia, que dirigía Valentín Paz Andrade, arremetió así contra el gobernador, que ya había sido blanco de sus críticas "por sus ineptitudes y desaciertos", y reclamó su fulminante "destitución por telégrafo".