El próximo día 20 de junio Abel Alonso iniciará una complicada expedición de 52 días para intentar la escalada del Gasherbrum I y el Gasherbrum II, dos de las montañas más altas del mundo, situadas en la cordillera del Karakórum. De conseguirlo, serán sus primeros "ochomiles" que, aunque no son los más altos, si resultan especialmente complejos. El montañero da así un nuevo paso en una carrera que empezó "siendo niño, con mi padre, con apenas 5 o 6 años, es por tanto una afición de herencia".

-¿Cómo fueron sus primeros proyectos de escalada?

-A los catorce o quince años salía con grupos la familia y los amigos y después con compañeros del club de montañeros de Peña Trevinca y después tuve un parón durante un tiempo porque me dediqué varios años al taekwondo y luego volví a retomar el tema de la montaña a partir de los 25 años más o menos, también con amigos, con compañeros montañeros, haciendo escalada de invierno, con salidas por montañas de Galicia y de España. Poco a poco vas adquiriendo experiencia, haciendo cursos de formación, conociendo a otra gente y cambiando objetivos, y a partir más o menos de esa época empecé a dar el salto a los Alpes, a Francia, para intentar montañas un poco más complicadas o de más altura de las que tenemos aquí. De ahí salté a irme a los Andes de Perú, intentamos una serie de montañas de más de 6.000 metros, conseguimos hacer cumbre en dos y en las otras nos quedamos muy cerquita por problemas como el estado de la nieve que nos hicieron imposible llegar a la cumbre.

-¿Cuándo consideró factible hacer cumbre en un "ochomil"?

-Hace tres años estuve en Nepal para escalar una montaña que tampoco conseguimos por una serie problemas técnicos y estaba muy cerca de Everest. Fue cuando realmente empecé con el tema de poder hacer algún "ochomil". También fui hace dos años con un compañero a Alaska e hicimos el McKinley, que es la cumbre más alta de Norteamérica y fue cuando vi factible un "ochomil", porque las condiciones de frío y de viento del McKinley son comparables a un "ochomil", no es tan alto pero las dificultades son similares, y a partir de ahí empecé a darle a vueltas hasta que decidí que si y empecé a buscar cuál podía ser el más asequible o entrar dentro de mis posibilidades, tanto económicas como técnicas y físicas.

-Finalmente se decidió por dos montañas de Pakistán...

-En la cordillera del Karakórum hay cuatro "ochomiles", entre los que está el K2, que es una de las más alta del planeta, y después está el Hidden Peak, que era al que pensaba ir pero que al final descarté para quedarme con el Gasherbrum I y el Gasherbrum II. El proyecto es para hacer los dos, si el primero sale intentaré el segundo.

-¿Cuenta con el apoyo de empresas de Pontevedra?

-Si, de hecho mi patrocinador principal es Panaderías Acuña, digamos mi patrocinador, pone una parte importante del presupuesto y de entrada el que tengo; después hay otras empresas que colaboran más o menos en la medida de sus posibilidades, como Froiz, que pone a disposición algunos víveres, y el club de montaña Peña Trevinca de Vigo y la Federación Gallega de Montañismo que también colaboran, han comprometido cierta ayuda.

-¿Cómo es el entrenamiento de alguien que se plantea escalar un "ochomil"?

-Duro (risas), duro, no difiere demasiado del de cualquier deporte de élite, generalmente nos comparan con esos deportistas por el nivel de exigencia físico y psicológico que supone la montaña podría ser asimilable. Casi todos los días hago ahora trabajo de carrera y resistencia, salir al monte todo lo que puedo, trabajo con pesos también, bicicleta de montaña y entrenando todo lo que puedo. El trabajo mental es más complicado y a lo mejor en el futuro habría que plantearse trabajar con psicólogos especializados, yo lo que hago es estudiar muy bien las rutas para tener un conocimiento serio de donde me meto, los inconvenientes de cada ruta, las dificultades, como se pueden solventar problemas que puedan aparecer. Con eso y preguntando a la gente que ya ha ido y la intención de tomar las cosas con calma vas analizando lo que puede suponer un reto de ese estilo.

-¿Qué da la montaña para que merezca la pena jugarse la vida?

-La montaña da libertad, satisfacción, ver sitios que muy pocos pueden, estar en sitios en los que muy poca gente puede estar, es la naturaleza en estado puro, hay una parte de sufrimiento pero también una satisfacción importante. Espiritualmente es conquistar retos, superarse a uno mismo, afrontar las dificultades. Lo cierto es que no se explicarlo, me lo preguntan y todavía no tengo una respuesta adecuada, yo se que los riesgos están ahí, están hasta cierto punto controlados pero es una actividad que engancha muchísimo y que al final asumes que hay ciertos riesgos pero nunca piensas en ellos, sabes que están pero los ves en un segundo plano, no es algo en lo que pienses mucho.