La Audiencia Provincial de Pontevedra reserva dos días (el 17 y 18 de junio) para juzgar a los supuestos miembros de una red que utilizaría el puerto de Marín para introducir cocaína en España procedente de Sudamérica. Entre los acusados se encuentra Dionisio Lago Benavides, quien fuera cabo de la Guardia Civil de Rodeiro pero que ya no estaba en activo cuando fue detenido por estos hechos.

Lago Benavides, que se encuentra en libertad por esta causa después de haber pagado una fianza de 10.000 euros, ya había sido condenado en el pasado por el expolio de un castro en Rodeiro. Ahora el fiscal le acusa de ser el encargado de supervisar las entregas y salida de la droga del recinto portuario, en donde el procesado supuestamente se haría pasar todavía por un miembro de la Guardia Civil en activo tanto para el personal portuario como para los otros integrantes de la organización.

En el banquillo de los acusados se sentarán cinco personas, incluyendo al exguardia civil, que en su conjunto se enfrentan a una petición de penas por parte de la Fiscalía Antidroga que suma 53 años de prisión. Las más elevadas son para el supuesto dueño de la droga (Julio C. E., quien se enfrenta a una posible pena de 16 años de cárcel), y para el propio Dionisio Lago para quien el Ministerio Público reclama una condena de 12 años de prisión. También se presenta acusación contra un tío del exguardia civil y un ciudadano filipino que se hacía pasar por vendedor ambulante para subir a los barcos y recoger los cargamentos de droga que estaban escondidos en falsos techos en camarotes o en los lavabos.

Dos métodos diferentes

Sin embargo, en una de estas visitas, el ciudadano filipino fue registrado a la salida del barco, el Fortuna Bay, por agentes de la Guardia Civil quienes descubrieron un alijo de 4 kilos de cocaína que intentaba retirar del buque.

No sería este el único método que utilizaba esta red gallega para introducir la droga a través del puerto de Marín. Al parecer, también podrían emplear contenedores para hacer llegar la droga. De hecho, el fiscal atribuye a esta organización un alijo de 50 kilos de cocaína que viajó en un contenedor y que debería ser recogido en el puerto de Marín pero que finalmente acabó en unos almacenes en Varsovia. La cocaína fue descubierta en Polonia camuflada en un cargamento de plátanos.