"Medidas como este ERE, para el que no hay razones económicas, dan argumentos a los que se oponen a la permanencia de la fábrica de Lourizán" apuntaba ayer el presidente del comité de Ence-Pontevedra que considera que a los detractores hay que contestar con una industria puntera y un empleo importante cuantitativamente y de calidad.

Suso Graña hacía esta reflexión veinticuatro horas antes de que se vuelva a sentar en la mesa de negociación de Madrid para hablar de 144 despidos en el grupo -39 en la planta de celulosas local- que los trabajadores rechazan de plano y ante los que responderán con una primera huelga, de cinco días, en todo el grupo a partir del próximo jueves, para forzar su retirada.

Si la compañía no da marcha atrás se enfrentará a una huelga indefinida en las fábricas de Pontevedra, Navia y Huelva y en las servicios centrales a partir del 1 de abril.

Treinta y nueve empleados menos dejaría a la fábrica pontevedresa con una plantilla de apenas doscientos trabajadores, la más pequeña de su historia. Aunque en los últimos años osciló entre los 250 y 270 operarios, los más veteranos de la factoría, como el propio presidente del comité que entró como aprendiz en el año 1977, recuerda cuando sumaban más de 600.

Jubilaciones, prejubilaciones con contratos de relevo, amortizaciones y el trasvase de personal adscrito hasta hace poco a la fábrica a las Oficinas centrales han ido adelgazando y rejuveneciendo la nómina de Lourizán hasta quedarse en los 240 actuales, la mayoría

"Estamos muy ajustados y si despiden a 39 se pondrá en riesgo la propia producción, además de la seguridad de la fábrica" explica el presidente del comité, que desde hoy, defenderá junto con los delegados de todos los comités del grupo la "inviabilidad" del recorte de plantilla planteado por Ence. Serán dos días de reunión, previos al inicio de la huelga, en los que la compañía podría reducir el número de despidos y los comités insistirán en que no ha lugar a las rescisiones laborales.