Inmersos en la Cuaresma y con la Semana Santa a la vista, los distintos grupos que forman cofradías parroquiales están en plena efervescencia. El ejemplo de lo ocurrido el pasado viernes con la del Nazareno es una clara demostración de que llegado este tiempo se reactiva el y, dentro de unos días, será la Cofradía de Los Dolores y más tarde la del Santo Sepulcro. Nadie, y yo el primero, es quien para juzgar las aficiones religiosas de los demás pero llegado este momento de culto tan especial para los cristianos católicos que se agrupan para vivir o refrescar su fe conjuntamente, es imprescindible que desde el seno mismo de cada colectivo se haga hincapié en la importancia que tiene el convencimiento de lo que se hace y del significado que tiene esa demostración pública de fe. De lo contrario, todo se convierte en una pura comedia de teatrillo que no pasa de aportar, con mejor o peor gusto, plasticidad a las procesiones para desaparecer del mapa durante el resto del año. Valga este apartado como reflexión general.

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