Al poco tiempo de asumir en 1948 la presidencia de la Caja en aquel momento tan complicado, Manuel Fontoira optó por reactivar su Comisión Permanante. Hasta entonces, este órgano ejecutivo no había desarrollado ninguna actividad desde el estallido de la Guerra Civil.

Tal y como fijaban los estatutos que Alexandre Bóveda había redactado en su proceso fundacional, Fontoira Peón planteó una Comisión Permanente que "reuniéndose con más frecuencia que el Consejo de Administración, dé trámite y resolución a aquellos asuntos que, ya por su urgencia, ya por su importancia, no precisen ser sometidos a la resolución del Consejo".

Al frente de esta Comisión Permanente hizo su último trabajo ejecutivo Daniel de la Sota, quien ya tenía 71 años, junto al propio director Casiano Peláez Merino y los consejeros César García Solís y José García Vidal. Todos eran buenos amigos y gozaban de notable renombre entre los pontevedreses.

Su primera decisión el 8 de octubre de 1948 fue la recuperación del Monte de Piedad en los bajos de la nueva sede institucional. También concedieron un préstamo de 150.000 pesetas al Tribunal Provincial de Protección de Menores, a solicitud de su presidente, don José Filgueira Valverde.