El crisantemo volvió a ser ayer el protagonista del tradicional mercadillo de flores de Difuntos que congregó en la plaza de A Ferrería a un total de sesenta cultivadores procedentes de diferentes puntos de la comarca. No faltaron tampoco las rosas y los claveles.

Con respecto al nivel de público que se acercó hasta este mercadillo, los cultivadores reconocen que perciben una afluencia de público similar a otras ediciones. Sin embargo, sí advierten una tendencia general al ahorro.

"La gente no se priva de honrar a sus difuntos con flores, es una tradición que se mantiene, pero sí trata de gastar menos", asegura Landín, que puso como ejemplo los dos centros que acababa de vender por un valor de ocho euros, una cantidad muy inferior a lo que solía gastar la gente de media hace tan solo unos años.

Su establecimiento, que cuenta con flores que van desde el euro de la más económica hasta los 70 que puede costar la maceta más elaborada, además ofrece servicio a domicilio: es decir, se encarga de depositar por encargo centros y ramos en tumbas y nichos de los diferentes cementerios de la comarca.

Otra de las vendedoras, Hermitas, se manifiesta en el mismo sentido. "Percibimos que la gente busca más el ahorro, la opción más económica. Antes, a un centro le añadían, más o menos, doce flores; ahora, le ponen ocho. La gente los prefiere más discreto", reconoce.

Hermitas, como otros muchos de los asistentes al mercadillo, se encarga de cultivar las flores que luego vende, ya que, como asegura, tener proveedores convertiría al negocio en alto totalmente inviable económicamente, dado los márgenes de ganancia tan bajos con los que trabajan.

Otra de las participantes en este mercadillo, Begoña Fontán, una joven que se encarga de elaborar manualmente palmitas que vende a un euro y que son colocadas tras el centro, también nota un aumento de público en comparación con la pasada edición. "Creo que la gente aprovecha este evento porque tiene unos precios más económicos", subraya.

Algunos de los clientes que se acercaron ayer hasta la plaza de A Ferrería destacaban la labor que hay detrás de cada uno de los ramos y centros que se comercializan.

"Conozco de primera mano el trabajo que se realiza en un invernadero y es increíble", apunta una de las clientes que, sin embargo, confirma la tendencia al ahorro que perciben en general las cultivadoras. "Este año he reducido el gasto". añadía la joven que reconocía haberse puesto una cantidad límite de 20 euros.

El mercadillo continuará hoy por último día llenando la plaza de A Ferrería de color y dando la oportunidad a aquellos que deseen cumplir con la tradición ancestral de honrar a sus familiares fallecidos con flores de elegir entre una amplia variedad.

La relación del crisantemo con los muertos se ha convertido en una tradición que se remonta décadas en el tiempo, a la época en que los cultivadores apenas contaban con medios tecnológicos y era la propia naturaleza la que marcaba los ciclos biológicos de las diferentes especies.

El hecho de que el crisantemos fuera una flor sencilla de cultivar y que su época de floración coincidiera con los meses de octubre y noviembre, y, por consiguiente, con el día de Todos los Santos, fue clave para que se erigiera como la especie predilecta por aquellos que decidían honrar con flores a sus difuntos. Los crisantemos que se vieron ayer en el mercadillo son el resultado de una labor que comenzó a realizarse el pasado mes de junio. En este sentido, algunas de las vendedoras destacaban la laboriosa tarea que supone su cultivo en comparación con el euro al que luego se comercializa cada una de las flores. "Supone un quehacer diario durante estos meses. Pero creo que es un trabajo poco valorado, ya que hay que tener en cuenta que, además de preservar la flor, tenemos que echarles determinados productos específicos para evitar que los insectos la estropeen", reconoce Marina Landín, una cultivadora con más de veinte años de experiencia.