Los inconvenientes que ocasionaban los alojamientos de las tropas en tránsito en los domicilios de los vecinos se trataron de corregir en la segunda mitad del siglo XVII con la construcción de cuarteles en las poblaciones frecuentadas por el paso de soldados. En esta situación se encontraba Pontevedra durante la guerra de independencia portuguesa (1640-1668), ubicada en vía que comunicaba Santiago y demás poblaciones del norte con la frontera, señalada por el Miño con la episcopal Tui como cabeza.

Como antecedente del actual cuartel de San Fernando, ya cancelado y acomodado a la función educativa, Facultad de Bellas Artes, hay que situar a la Real Casa de la Maestranza. El decano de los historiadores locales González Zúñiga le atribuye una antigüedad exagerada; levantada por el mítico Pedro Madruga, en los años finales del siglo XV. Opinión que repiten otros historiadores sin contrastarla, ya en tiempos recientes. Más atinada es la afirmación de González García Paz, que lo relaciona con una disposición del capitán general marqués de Viana entre 1658 y 1661, aunque sin citar la fuente documental empleada.

El Archivo General de Simancas y los fondos municipales del Archivo Histórico Provincial permiten una reconstrucción bastante fidedigna y segura; atribuyen su autoría a Iñigo Melchor Fernández de Velasco, condestable de Castilla y León y capitán general de Galicia entre 1665 y 1668. Por esos años la villa sufre un proceso de despoblamiento de tal magnitud, que ocasiona que lo que fuera el núcleo urbano más poblado y rico de la Galicia del siglo XVI se derrumbe y de cuyas casas yermas y desiertas y materiales fabricó el condestable de Castilla la Casa de la Maestranza, que, si se pagaron a sus dueños,ynportaron una suma muy considerable. En la villa se situaba el cuartel general del gobernador durante la guerra hispano-portuguesa.

En la heráldica de su fachada se hace ostentación de la unión peninsular, cuando esta se encontraba ya en una crisis irreversible. En la sección lapidar del Museo Provincial (Ruinas de Santo Domingo) se conserva este escudo: las armas de Castilla y León; en el escusón (centro) las de Portugal; las rodea el toisón de oro.

Como estudió Meijide Pardo, la invasión inglesa de 1719 arruinó el edificio, que en ese tiempo servía de almacén de armas antiguas, granadas, bombas, pólvora y algunas piezas de artillería fundidas. La población huyó fuera de la villa, cuando tuvo noticias del desembarco inglés en el Ulló, abandono que fue aprovechado por el enemigo para incendiar casas particulares y edificios públicos, entre ellos la Maestranza. Tras la invasión, se realizaron pequeñas obras de consolidación, tales como el reparo de las cubiertas, por parte del ayuntamiento. El edificio debió quedar prácticamente inservible y los soldados tuvieron que alojarse en diversos cuarteles repartidos por la villa. Entre 1718 y 1722 se citan la casa de la Castrillona, el cuartel de Abajo, el cuartel de granaderos y cuartel de infantería.

Uno de los objetivos de la recién instalada monarquía borbónica será consolidación de un ejército permanente, que se plasma en el levantamiento por todo el país de una red de cuarteles.

El concejo de Pontevedra solicitó la reedificación de la Real Maestranza, uno de los primeros edificios castrenses levantados en la Galicia del siglo XVIII, pues hay que esperar a que la Hacienda se encontrase lo suficientemente saneada para acometer esta obra.

Los trámites para la reconstrucción del cuartel pontevedrés se inician con la orden del intendente Francisco Salvador de Pineda, para alojar en la villa un escuadrón de caballería del regimiento de Montesa. La villa representa al intendente que haziéndose pesebres en la dicha Real Casa Maestranza y quadras suficientes para los caballos y quarteles para los caballos sería más conveniente al real servicio, comodidad de la tropa y del pueblo. La solicitud fue bien acogida en la intendencia, que ordenó iniciar las obras de inmediato.

La villa contará con la valiosa ayuda del ministro de la guerra, duque de Montemar, que ordena al ingeniero Antonio Flovert el reconocimiento de la Maestranza y el levantamiento de los planos del nuevo edificio; planos conservados en el Archivo General de Simancas (Valladolid).

Más interesante resulta el diploma elevado por el concejo al duque de Montemar, en 1739, agradeciendo sus gestiones en la reedificación de la Maestranza; un hermoso dibujo en el que se recoge la disposición primitiva del cuartel, con las armas portuguesas en la fachada y al otro lado del patio se colocan las armas de Montemar, también conservadas en las ruinas de Santo Domingo.

La construcción diseñada por Flovert aprovecha los muros del cuartel anterior y también la heráldica. Su aspecto actual procede de una real orden, que publicó FARO DE VIGO el 19 de enero de 1900.

* A Gerino Calvo Maquieira.