La toponimia de Galicia es un patrimonio gigantesco y milenario que corre el riesgo de desaparecer en los próximos años. Los cambios lingüísticos y en los modos de vida, especialmente el abandono del rural, y el fallecimiento de nuestros mayores hacen peligrar la memoria de cientos de lugares, un recuerdo asociado a los nombres de las aldeas, las fincas, los montes, regatos etc que se busca preservar con iniciativas como el Proxecto Toponimia que desarrolla la Xunta o la web "Chamámonos así" puesta en marcha este verano el concello.

Se estima que Galicia cuenta con 1,2 millones de topónimos, una media de 36 por kilómetro cuadrado. Son mucho más que nombres ya que hablan de árboles, de encuentros de vecinos, de labores agrícolas y de cientos de curiosidades, precisamente las intrahistorias que trata de recuperar "Chamámonos así".

La labor de campo corresponde al Servizo de Normalización Lingüística, que cuenta con numerosos informantes, vecinos que "nos transmiten sus conocimientos sobre la geografía y la historia reciente de su parroquia: los acontecimientos, las personas, las leyendas, la tierra, el mar, los usos, las costumbres, los lugares... y los nombres de los lugares", indican los técnicos.

Éstos constaten que las personas mayores en general "son auténticas bibliotecas andantes, portadores de una sabiduría de la que en la mayoría de los casos no son conscientes y que no pocos de ellos hasta desprecian. Esto se debe a que en el mundo de hoy ese conocimiento es infravalorado, como un residuo del pasado".

En Salcedo Rogelio y Emilio, en Lourizán José y Pilar, en Marcón Amalia... Todos aportan su memoria para que la riqueza cultural perviva, a pesar de contar en muchos casos con más de 80 años.

Por ellos es posible saber, por ejemplo, que el nombre "O Pumar do Caramuxo" de A Ermida, en Marcón, responde al apodo de un hombre que siempre transportaba un jergón al hombro. En esa misma parroquia siguen los restos de "empresadoiros", "bedríos" y "pasales" y los vecinos Manuel Rodríguez y Jesús Villaverde explican que "un empresadoiro era un pequeño muro de piedra cuya finalidad era acumular agua para el riego. A su vez los bedríos eran presas de riego de libre paso".

La web también documenta que la capilla de San Cibrán parece que era el punto de encuentro de unos curanderos singulares, los "pastequeiros", conocidos así porque en los rituales de curación "incluían la frase Paz Tecum (la paz sea contigo) y su rito, mezcla de misa católica y ceremonia pagana, era conocido particularmente como pasteco".

Sus rituales, que buscaban curar los "meigallos" y hechizos, los realizaban en el atrio, los cementerios y los propios templos, señala el equipo de Normalización Lingüística que lleva a cabo el proyecto.

Éstos recuerdan que "uno de los pastequeiros más conocidos de la zona fue O Manso, del que los vecinos de Tomeza y alrededores aún recuerdan muchas curaciones y anécdotas".

Por los informantes también nos llega, por ejemplo, la memoria de las Pedras Carneiras, hoy situadas bajo la caldera de Celulosas. "Para os veciños eran mucho más: era el lugar más rico, desde el punto de vista de la explotación marisquera, de toda la ría de Pontevedra, constituían un vivero natural y además de peces y crustáceos, como las nécoras, destacaba por la cantidad y calidad de las almejas que criaba en su contorno".

La web arrancó hace escasos meses y solo en este agosto ha recibido 1.024 visitas. Su objetivo es hacer de Pontevedra el municipio con el mapa de toponimia más exhaustivo, preservando para el futuro nuestra parte de la memoria del pais de los mil ríos... Y el millón de nombres.