Le preocupa el elevado grado de discrecionalidad que otorga la nueva reforma laboral a los empresarios y la posible indefensión de los trabajadores. Su experiencia al frente de un juzgado de lo Social le ha permitido constatar que no siempre las causas objetivas de un despido son tal y que, en no pocas ocasiones, las rescisiones de contrato esconden motivos extralaborales.

- Los sindicatos hablan de "los mayores recortes de derechos laborales de la época democrática" y de "un retroceso de 30 años" en las relaciones en el trabajo, ¿comparte esta valoración?

– Tienen su parte de razón. En lo que son las relaciones laborales ha desaparecido la intervención, la tutela de la administración, por ejemplo, en los despidos (antes los colectivos tenían una tramitación administrativa que ahora no) que actuaba como filtro. Los sindicatos pierden fuerza en relación a los empresarios. La regulación de convenios superiores, que marcan las directrices, han perdido peso y se imponen los de empresa. El equilibrio que había ente patronal y sujetos colectivos se ha decantado claramente para un lado (empresarios). Se deja en manos del empleador decisiones muy importantes, que antes tenían límites, como modificar el salario. Es un riesgo. Ese retroceso a la hora de limitar facultades negociadoras existe.

– ¿Qué pierden los trabajadores con esta desregularización?

– Pierden seguridad. La ley se decanta por la flexibilidad. Hablamos de la movilidad de los trabajadores, de los salarios, de las funciones… Los juzgados de lo Social se quedan como el recurso para evitar que las facultades de los empresarios en el centro de trabajo no se conviertan en un abuso. Son situaciones que antes tenían un mayor control por parte de los juzgados porque la discrecionalidad de los empresarios era menor. Ahora la libertad del empresario es mucho más grande y el riesgo mayor.

– Gobierno y empresarios hablan de una reforma equilibrada, ¿en qué aspectos lo sería? ¿Cuáles son sus beneficios?

– El conflicto entre sindicatos-trabajadores y empresarios existe ya que hay una parte débil y otra poderosa y eso no es equilibrio. Entiendo que la finalidad de la reforma es positiva –el fomento de las contrataciones– pero también entiendo que no se va a cumplir y ojalá me equivoque, por dos razones. Primero porque para crear empleo tendría que haber políticas de crecimiento y el Gobierno está diciendo que entraremos en recesión. Parece que no encaja el crear trabajo cuando no hay crecimiento. Segundo, el abaratamiento del despido y más facilidad para hacerlo, tampoco creo que anime a crear empleo. Hoy por hoy hablamos de buenas intenciones, que se traduzcan en realidades el tiempo lo dirá.

– Se abarata el despido y los ERE ya no deben pasar el control de la autoridad laboral ¿prevé una cascada de casos en los juzgados de lo Social o la gente se irá a la calle en silencio?

– Desde la perspectiva de Pontevedra hemos tenido y arrastramos ya un volumen muy grande de rescisiones laborales. La actual reforma profundiza en aspectos que ya existían antes. Una empresa con problemas económicos podía despedir y hacerlo con veinte días, ¿qué pasaba? Que las empresas comunicaban mal, no venían a los juzgados a demostrar esas causas y preferían aceptar que eran despidos improcedentes. Si una empresa de 20 trabajadores para que se mantenga tiene que despedir a cinco, se hace. Pero ahora se va a producir una situación muy complicada de entender para los trabajadores: antes podían asumir que fuese necesario, pero ahora te pueden despedir porque voy a ganar menos. Trabajo aquí todos los días, cumplo y porque tú ganas menos yo me voy a la calle. Me parece una ofensa que un empresario que ganaba 3.000 millones, porque ahora gane 2.500 pueda tener una razón para despedir. No sé como responderán los afectados.

– ¿Qué puede hacer un trabajador ante esta realidad?

– Poco. Ahora los empresarios pueden despedir sin problemas. Yo oí a un dirigente de la patronal decir que la causalidad existe, que no hablan de un despido libre. Dejaba entrever que tenía que existir una causa para el despido y que podía ser contrastada por un tribunal. Pero, oyendo a unos y a otros, todo se desdibuja.

– Antes los empresarios estaban interesados en solucionar las rescisiones laborales, tenían prisa, porque alargar el proceso les costaba dinero. ¿Cree que la eliminación de los salarios de trámite dejará a los trabajadores en un limbo?

– Va a crear un escenario de conflicto distinto. Los trabajadores pierden un arma de negociación y por eso también hay que gente que aventura una desincentivación de los trabajadores de acudir a los tribunales.

– ¿Discrepa de los augurios que apuntan a que los juzgados se van a colapsar a corto plazo?

–- Los despidos colectivos se van a ver en las Salas de los Tribunales Superiores, aquí en el TSXG. Los individuales seguirán en manos de los Sociales ¿ Aventurar un pronóstico? El tiempo despejará la incógnita pero seguramente se recurran los despidos y los tribunales tengamos más dificultad en encontrar la causa.