Factoría Naval de Marín tiene un nuevo plan de viabilidad entre manos que gira en torno a cuatro ejes: adelgazamiento de la plantilla, reducción de la deuda, ampliación de capital y apuesta, en una primera fase, por la reparación de buques. Así lo planteó la dirección del astillero a una representación del frente de proveedores (firmas auxiliares) a la que pidió expresamente una nueva quita para saldar la (ya renegociada) la deuda que tienen pendiente y que, a día de hoy, supera los cinco millones de euros.

Lo confirmaba ayer el portavoz de este frente de proveedores-acreedores y gerente de Nodosa, Rafael Outeiral, quien reconocía que estudiarán la propuesta, conscientes de la incertidumbre que pesa sobre este pago. "Nosotros estamos interesados en que el astillero no desaparezca y siempre es mejor un mal acuerdo que un concurso (suspensión de pagos)".

Saben de lo que hablan ya que en 2010 firmaron un primer acuerdo con Factoría Naval por el que aceptaron una quita del 33% para garantizarse el cobro del resto de la deuda, lo que implicó una condonación de 19 millones de euros. Los más de cinco millones pendientes son parte de los pagarés comprometidos en este pacto.

Esfuerzo de todos

"Nos expusieron un nuevo proyecto de futuro para el astillero pero su viabilidad depende de que todos hagamos un esfuerzo: las entidades financieras (NovaGalicia Banco-NGB y Bankia) con las que negocian que salden cuentas con la entrega de los barcos en construcción que tienen varados; el propietario, que estaría dispuesto a ampliar capital y nosotros, aceptando la quita. Y por supuesto los trabajadores a quienes ya se lo han impuesto (el esfuerzo) con los despidos" enumeraba Rafael Outeiral.

Precisamente la plantilla, que ayer quedó reducida a la mitad al materializarse el despido de 32 trabajadores de una nómina de 62, critica la ausencia de un plan de viabilidad "real" que dé continuidad a Factoría Naval. "En el proyecto que entregaron en Traballo para argumentar el ERE se apunta que quieren dedicarse a la reparación de barcos como una declaración de principios pero no aportaron ni un informe de costes, ni como conseguirán el dinero, ni posibles clientes..." explicaba el presidente del comité. Nicolás Pérez, al igual que sus compañeros, vincula un posible futuro para el astillero marinense con la salida de la empresa del actual propietario (el empresario valenciano José María Suescun) y su director general, Enrique Lago.

La exigencia de que Suescun se eche a un lado y posibilite la entrada de nuevos socios para que se hagan cargo de Factoría Naval es compartida por el conselleiro de Economía e Industria, Javier Guerra, que reprochó públicamente al accionista mayoritario (dueño del 91% de las participaciones) su aparente falta de interés por reflotar una empresa a la que se inyectó dinero público por un valor superior a los 22 millones de euros.

Guerra recogió el guante lanzado por los trabajadores de que ellos, con José María Suescun fuera, se pondrían al frente de la gestión del astillero para reactivarlo y les conminó a elaborar un proyecto de viabilidad.

La plantilla está ultimando este proyecto y, tal como confirmó Nicolás Pérez, el próximo lunes lo entregarán al director xeral del Igape. "Ahora esperemos que no se apropien de nuestro plan alternativo" apuntaba el presidente del comité.

La aprobación del expediente de regulación de empleo (ERE) extintivo ha caído como un jarro de agua fría sobre la plantilla, que confiaba en que el diálogo que mantienen abierto con el departamento de Industria frenase, o cuando menos ralentizase el dictamen del ERE, hasta que se concluyese si hay futuro o no para Factoría Naval. El conselleiro Javier Guerra sitúa la línea roja en el 30 de marzo, fecha en la que si no se reconduce la situación el astillero entrará en su segundo concurso de acreedores en menos de dos años y previsiblemente en el camino hacia su liquidación.