"Es una mujer muy bien relacionada". Estas palabras del fiscal de Delitos Económicos, Augusto Santaló, hacían alusión a Thais de Picaza quien en el juicio exhibió alguna de esta relaciones al declarar que recibió varias llamadas del entonces presidente de la Xunta, Manuel Fraga y del conselleiro José Cuiña (ambos fallecidos) para recomendarle la entrada en Construcciones Malvar de Juan Miguel Villar Mir (Grupo OHL).

Momentos antes había dicho que sufría por entonces "presiones políticas" para vender.

Villar Mir, exministro de Hacienda y vicepresidente primero del gobierno de Arias Navarro y presidente del grupo empresarial que lleva su nombre – que aglutina firmas energéticas, siderometalúrgicas, de fertilizantes y de construcción–, declaró por videoconferencia y achacó la situación de quiebra técnica en la que se hallaba la constructora cuando la compró a la falta de pericia de su propietaria.

El empresario reconoció que Thais de Picaza tenía una merecida fama de "mujer voluntariosa y trabajadora" y reconoció que "se esforzó mucho" para salvar la empresa que había sido de su marido. Sin embargo, concluyó, "ella no era empresaria y no supo salvarla".

Los responsables económicos y jurídicos de OHL en aquel momento explicaron que para negociar la venta de la empresa se exigió a la acusada, al menos, la capitalización parcial de la constructora. La empresaria aportó finalmente, según los cálculos de OHL, unos 300 millones de pesetas y ellos 6.000 millones.

Se formalizó esta venta por un importe simbólico de una peseta a través de San Cucufato en una operación en la que, asesores y peritos, reconocen que la empresaria no se llevó nada.