"ATL" es el título de la obra con la que el pontevedrés Manuel Lourenzo González se ha hecho merecedor del Premio Blanco Amor de Novela Larga 2011, un reconocimiento a un trabajo ambicioso en el que el escritor recrea un mundo futuro, sus costumbres, lenguaje y paisajes y hasta su manera de hablar, una geografía y un tiempo imaginado pero que el autor se teme que se haga realidad. Recogerá el galardón el próximo 2 de diciembre en Santiago.

—El pasado abril ganó el Barco de Vapor, supongo que ya está acostumbrado a los premios

—Acostumbrado nunca se está, siempre es una sorpresa y una alegría. Y el Blanco Amor en particular por su significación, es el más antiguo que hay en Galicia y porque es un galardón compartido con todos los concellos, tiene un carácter popular y por todo ello es una especial alegría, una alegría particular dentro de lo que son los premios porque participan muchos concellos desde finales de la década de los setenta, es de los primeros galardones que se crearon en la democracia y se mantiene gracias a las aportaciones de los municipios, que se molestan en organizar.

—La novela "ATL" plantea un mundo imaginado…

—Es una historia que transcurre en un lugar imaginario, incluso por la concepción que sus habitantes tienen de él, es una Tierra distinta incluso, aunque eso sería avanzar mucho sobre ella, quedémonos con una geografía imaginada y un tiempo también imaginado que tanto puede estar en el futuro como en el pasado.

—Aborda temas como la relación con la naturaleza…

—Es la valoración y la interpretación que hizo el jurado, yo estoy bastante de acuerdo con ella pero creo que es bastante más amplia, diría que es la historia de unos personajes, de la historia entre ellos, pero creo que más aún es la historia de una sociedad que ha llegado a un grado de evolución, con una serie de características sociales, políticas, económicas etc que caminan hacia un determinado final que es el final de la obra y que viene a representar lo que yo creo que puede ser la deriva de nuestra sociedad.

—¿Hasta dónde teme que derive?

—Pues si sirve de respuesta, para no entrar en la obra, yo no confío nada en nosotros, tengo un talante en ese sentido bastante pesimista con respecto al futuro, aunque siempre hay luces, naturalmente. Por mal que observemos las cosas en cualquier época, porque no es una visión de la humanidad actual sino a lo largo de la historia, una visión personal, subjetiva, por mucho que se desconfíe del ser humano (que es lo que me pasa a mi) pues siempre hay esa luz que nos hace estar aquí.

—Y usted con una contradicción: es docente y por naturaleza los profesores son optimistas, confíanen que la cultura, la educación, cambiará el mundo.

—No estaría tan seguro de eso tampoco (sonríe). Como docente hago mi trabajo y siempre en positivo, lógicamente, y trabajo con chichos que sé que el mundo está abierto para ellos y el futuro está por escribir, pero digamos que desde el punto de vista personal y teniendo una mira sobre el pasado me hace tener grandes desconfianzas sobre el ser humano, no diría sobre este tipo de vida en particular o sobre este sistema económico y social en particular, sino sobre el ser humano en general.