Dieciocho albergues de peregrinos que jalonan el Camiño Portugués a Compostela, seis en territorio luso y doce en galaico, han decidido poner en marcha una alerta de incidencias con un doble objetivo: por un lado comunicar la llegada de caminantes o grupos con necesidades especiales (por condiciones personales, por volumen, ...) y, por otro, advertir de la posible presencia de peregrinos que hayan protagonizado altercados (por discusiones, malos modos o peleas) o sospechosos de haber sustraído objetos o dinero de otros caminantes y proceder a formalizar las denuncias oportunas. "Estos desafortunados casos son excepciones pero tenemos que estar atentos" recalca Celestino Lores, presidente de la asociación Amigos do Camiño de Pontevedra que gestiona el albergue de la ciudad y que recuerda que a todos los que llegan se les pide un documento de identidad (DNI o pasaporte) y la credencial de peregrino.

La creación de la red de alerta fue una de las decisiones adoptadas en el congreso de hospitaleros celebrado el pasado fin de semana en Pontevedra, en el que los voluntarios que se ocupan del día a día de estos centros de tránsito pusieron en común experiencias y cotejaron las dificultades con las que se encuentran. De este diálogo salió la propuesta de elaboración de un "manual de uso" de los albergues para que los peregrinos "sean conscientes de que tipo de centro es, de lo que se van a encontrar y de las obligaciones de respeto y convivencia que tienen que asumir" señalaba Celestino Lores, que se lamenta de que "en ocasiones nos encontramos con personas que piensan que el albergue es un hotel".

Fuera de lugar

Lores recuerda que este mismo verano "llegó un peregrino y nos pidió una habitación con baño porque llegaba con su mujer que estaba indispuesta".

No es un caso único. En el anecdotario de la asociación Amigos do Camiño Portugués en el que se recoge: quejas porque no les hacen la cama y/o la habitación, porque no hay desayuno, porque falta intimidad (las habitaciones tienen literas y cuando hay mucha gente se ponen colchonetas en el suelo) o porque dicen que hicieron reserva y no se conforman porque les toca dormir en el suelo.

En cualquier caso, señala Celestino Lores, son minoría los peregrinos que se quejan, "la mayoría se comportan educadamente, agradecen los servicios y nos felicitan por las instalaciones y la atención recibida".

"Son estos parabienes los que hacen merecer la pena el trabajo voluntario que hacemos todos", resume el presidente de Amigos do Camiño Portugués.