Es comunista (a mayores de uno de los más importantes pensadores neomarxistas de la actualidad) que ha hecho de su pasión militante uno de los instrumentos para denunciar hasta qué punto se antepone el beneficio a las personas. Sus otras armas han sido el lenguaje franco (”Bruselas sólo miente”, deja claro si se le pregunta por el euro), el análisis y su condición de observador privilegiado de los movimientos en África, Latinoamérica y los países árabes. Esta noche clausurará la 28 Semana Galega de Filosofía con un repaso al capitalismo histórico.

—¿Qué análisis hace de la crisis?

—La crisis no es financiera, es una crisis global, estructural, del que yo denomino capitalismo de monopolios generalizado. ¿Por qué se inició con una crisis financiera? Porque obtener una renta imperialista significa crear un desbalance entre el beneficio global de los monopolios y la posibilidad de invertir estos beneficios en la expansión y profundización del sistema productivo, hay un desequilibrio que crece y como resultado la única posibilidad para este capitalismo de monopolio generalizado por su reproducción es invertir en la expansión financiera, crear una burbuja financiera que explota un día u otro. La solución a la crisis no se puede encontrar en el nivel financiero.

—¿Todo irá a peor?

—La crisis irá a peor, con consecuencias como el crecimiento de la desigualdad en la distribución de la renta y a todos los niveles nacionales y a nivel mundial. Eso no se puede estabilizar, es un sistema en si mismo inestable, por esencia, por eso es un sistema que conduce a un caos político que crece. La crisis irá efectivamente a peor.

—¿Hasta cuándo?

—Hasta que los pueblos respondan, es la única solución posible.

—Porque el capitalismo siempre da las mismas respuestas (a costa, por cierto, de los más desfavorecidos)...

—Por eso verá usted que Bruselas, Washington, el Fondo Monetario Internacional, no dan otras soluciones que no sean más desigualdad, más pauperización, más destrucción de la naturaleza etc.

—¿Qué está pasando en los países árabes?

—Eso es (risas) un producto, no el único, de la crisis, de su agudización, pero no es el único porque la profundización de la crisis ha generado en América del Sur desde hace diez o quince años también, no quiero decir revoluciones, pero si avances, movimientos sociales potentes con resultados y con cambios parciales. En el mundo árabe hay ahora una onda similar, bueno, similar aunque las condiciones concretas de cada país son diferentes, no se puede hablar del mundo árabe como no se puede hablar de América Latina como si Brasil fuese lo mismo que Bolivia.

—¿En el caso de Egipto?

—Podemos hablar al detalle de ese caso: en Egipto hay un movimiento social y político enorme (porque 15 millones de personas cada día no es un número pequeño, es todo el pueblo) y hay tres fuerzas activas, el movimiento de la juventud, politizada hacia la izquierda, fuera de los partidos de los partidos de la izquierda, y es muy importante porque no son jóvenes desorganizados, están organizados y son un millón, que es más que algún partido de izquierda en algunos países del mundo. Hay también la izquierda radical, en el caso de Egipto es comunista, y hay segmentos de las clases medias demócratas. Esas son las tres fuerzas que iniciaron el movimiento, y cuando lo iniciaron las manifestaciones llegaban a varios millones con un programa (no se habla mucho de eso), no fue una explosión sino que tienen un programa, la democratización de la sociedad, que es mucho más que solo elecciones, una democratización antiimperialista (una política independiente de Estados Unidos), contra el Banco Mundial, el FMI y el neoliberalismo y, en tercer lugar, con una dimensión social, no digo socialista pero si social. El eco de este inicio fue tremendo, uno o dos millones de personas manifestándose después de 3 o 4 días de represión atroz con mil personas asesinadas por la policía, y los egipcios no pidieron que los occidentales los socorriesen, la respuesta vino del pueblo egipcio: el día 5 fueron 15 millones, hasta el punto que el mando del ejército de separó de Mubarak porque son inteligentes y saben que la mejor estrategia para frenar el movimiento era hacer concesiones mayores: no fueron los americanos, fue una iniciativa no de Obama, pero si del responsable del ejército contra Obama. Y frente al bloque democrático, popular o social, tan amplio, hay también en Egipto un bloque reaccionario, no es un país en donde las fuerzas reaccionarias no existan, son muy fuertes y organizados. ¿Y quienes son?

—Los Hermanos Musulmanes

—Si, pero primero la burguesía en su generalidad, porque es una burguesía compradora que se benefició del neoimperialismo, de la globalización imperialista como burguesía compradora. Y la parte del ejército asociada siempre a la corrupción, por algo los generales son todos millonarios (en dólares), hasta se bromea en Egipto sobre la compañía del ejército, como si tuviese una multinacional (risas) y después los Hermanos Musulmanes, que fue siempre una fuerzas de derechas terriblemente reaccionaria. Fueron creados por los británicos para ser antidemocráticos, han sido soporte de la dictadura fascista en los años treinta y la segunda dictadura fascista en 1946 frente al movimiento obrero, comunista y de la juventud de estudiantes. Es un partido fascista, el líder se llama a si mismo la traducción al árabe de el Führer y ellos dicen que sólo el Führer tiene derecho a iniciar una iniciativa política y todo el aparato se pondrá para obedecer a su proyecto.

—¿Considera el islamismo un arma de la globalización?

—Si, el Islam en este caso no es una religión, es una utilización política reaccionaria y por eso nosotros decimos en Egipto el Islam político, no tiene nada que ver con la religión: tienen una base popular porque los Hermanos Musulmanes, que se presentaron como la oposición a Mubarak, nunca lo fueron, eso es mentira, sino que fueron aliados y Sadat y Mubarak les concedieron tres instituciones mayores de la sociedad, la educación, la justicia y la televisión. ¡No es nada! Y dicen que son la oposición.

—Porque usted sospecha que lo que tiene en mente Obama es una especie de “modelo pakistaní” para el mundo árabe: batiburrillo de Islam, dictadura...

—(risas) Si, si, exactamente, Pakistán no es una democracia, Obama no puede tolerar la democracia en ningún país del Tercer Mundo, del Sur... Una democracia va a ser necesariamente antiimperialista y no aceptará de plano el control militar del planeta por los Estados Unidos, entonces se lo considerará un enemigo.

—¿Los nuevos movimientos sociales surgidos este año suponen una oportunidad para la mujer árabe?

—Desafortunadamente las sociedades árabes son terriblemente machistas, no sólo por razones religiosas, eso no quiere decir que no haya movimiento de mujeres y un movimiento con demandas legítimas de igualdad, que fueron siempre más o menos aliados de la izquierda, los demócratas etc. Usted debe saber que el Islam oficial en Egipto se organiza como una iglesia, con una estructura piramidal, con una figura que es como el Papa y tenía una jerarquía de eclesiásticos, es un Islam no sólo conservador sino más reaccionario que conservador y entonces antifeminista, por definición. Y fueron los Hermanos Musulmanes con el soporte de Sadat y de Mubarak y de los países del Golfo que han reintroducido el velo. Mi impresión es que el movimiento va a ayudar a un avance de la mujer, pero sólo a ese paso más.

—¿Está de acuerdo con el término de globalización?

—En absoluto, no quiere decir nada, lo que indica, que es la globalización o mundialización del capital, empezó en realidad hace mucho. Usted es española y sabe que la conquista de América fue una forma de globalización de los pueblos indios de América. De lo que hace falta hablar entonces es de imperialismo, pero no basta, hay que precisar las etapas del desarrollo imperialista, que no es uno solo a lo largo de la historia sino que se desarrolla con características propias de una etapa a otra y hay instrumentos y métodos de intervención específicos en cada una de esas etapas, a partir de 1964 entramos en una nueva etapa de capitalismo de un monopolio imperialista, hay que darle un nombre y le he dado el de capitalismo monopolio generalizado, en contraste con el capitalismo de monopolio que finalizó a finales del siglo XIX y que fue analizado por Lenin.