A sus 91 lúcidos años, Gonzalo Adrio recibe del Gobierno la Medalla al Mérito en el Trabajo agradecido, pero relativizando su importancia. “Nunca esperé éste ni ningún otro premio, lo importante en la vida es procurar hacer el bien a los demás, no los premios que le den a uno”, sostiene. Tras una larga trayectoria profesional como abogado, político y luchador vocacional en defensa de los derechos y las libertades, a Gonzalo Adrio le aburre recordar una y otra vez sus vivencias personales y profesionales más destacadas, por lo que a los interesados los remite a su libro de memorias “Sin odio, sin rencor, pero el recuerdo vivo” (Edicións do Castro, 2004).

- ¿Cómo valora este reconocimiento?

- Yo no soy quien para juzgarme. Lo agradezco y nada más.

- ¿Alguna vez pensó en recibir una distinción semejante?

- Nunca pensé en recibir ésta ni ninguna otra distinción. Nunca trabajé ni actué para que me diesen premios, sino para beneficiar a los demás, que es lo que hay que hacer en la vida para sentirse satisfecho con uno mismo.

- Si pudiera cambiar esta medalla por algún logro social como los que usted ha defendido, ¿por cuál la cambiaría?

- Hombre, la cambiaría por la solución a cualquier problema de la humanidad, por pequeño que fuera. La cambiaría inmediatamente, sin duda.

- Echando la vista atrás, ¿de qué actuaciones de su carrera profesional se siente más satisfecho?

- Son tantos asuntos que tendría que hablarle un año seguido, como mínimo.

- Dígame aunque solo sea uno.

- Pues uno de ellos fue cuando dijeron que iban a indemnizar a las familias de los fallecidos en la guerra civil. Entonces publiqué un artículo en el que decía que mi despacho estaba abierto a todos los que quisieran hacer reclamaciones, con todo el interés personal y sin ningún interés económico, porque creo que eso es lo que hay que hacer, pensar en los demás y no el beneficio personal.

- ¿Acudieron muchos afectados a esa llamada?

- Muchos, muchísimos. Tuve más de medio año el despacho lleno de gente por este asunto. Lo cuento con más detalles en mi libro de memorias.

- ¿Y qué cambiaría, o que no volvería a hacer si pudiera volver atrás?

- Nada, en lo profesional no me arrepiento de nada. Siempre pensé que hay que ser serio en el trabajo, actuar pensando en los demás y de ese modo si cometes algún error, que puedes cometerlo, será actuando de buena fe, por lo que no tendrás que arrepentirte de nada.

- Usted que ha trabajado tanto por rehabilitar la memoria de las víctimas del franquismo, ¿cómo ve el momento actual de este proceso?

- Pues lo veo difícil. Pero creo que hay que seguir luchando y desde luego tienen que abrir más caminos para recuperar la memoria histórica.

- Parece que este asunto ha entrado en declive.

- Si, es verdad, estamos en un momento malo para seguir trabajando en ello, por la cuestión económica.

- ¿Y por la política no?

- La cuestión política viene arrastrada por la cuestión económica. La sociedad está un poco obnubilada por lo que está pasando con la economía en todas las esferas y ésta es una de ellas.

- ¿Qué recuerdos más significativos guarda de su paso por la vida política municipal?

- Guardo sobre todo el recuerdo de que siempre traté de trabajar y de buscar soluciones en favor de Pontevedra. Esa fue mi trayectoria tanto en el ayuntamiento como en los demás ámbitos, la de trabajar por los demás.

- ¿Qué diferencias observa entre la política municipal que le tocó vivir a usted y la actual?

- No quiero criticar a nadie.

- ¿Y elogiar a alguien?

- No, no. Me abstengo de comentar la política municipal actual.

- Pero sin personalizar en los políticos actuales, sino en cuanto a la política en general, ¿cómo cree que ha evolucionado?

- Lo que pienso es que tanto en los ayuntamientos como en cualquier otro ámbito de la sociedad hace falta más educación, más cortesía y respeto. Porque como se gana razón es con razonamientos, no con improperios ni descalificaciones. Antes por lo menos tratábamos de resolver las cosas de ese modo, con educación.