No ha pasado una semana desde que el monumento de los Héroes de Pontesampaio perdiese el parapeto protector de las obras que lo rodeaba, para que la estatua haya sido víctima de la acción de los vándalos –o quizás artistas inconoclastas–, que han aprovechado la nueva accesibilidad a la estatua para garabatearla con su primer grafiti. Como antes ocurrió con el grupo de artistas de la plaza de San José, con el forzudo del Fiel Contraste tras el Concello, o con los niños de la Plaza de Compostela, la Plaza de España empieza a sufrir las primeras acciones vandálicas, a los pocos días de su inauguración.

Otra víctima recurrente de los enemigos del patrimonio público es la estatua de Valle Inclán, en la plaza de Méndez Núñez. Si hace solo unos días la popular escultura perdía la mano y el bastón que la une al suelo, ayer la figura del creador del esperpento amanecía completamente pintada, en color rosa fucsia, que hace pensar a la Policía en que la acción responde a una intervención artística, o reivindicación feminista, de gusto cuestionable.

Se sospecha de que el "maquillado" de la estatua forme parte de una performance artística, ya que en las inmediaciones apareció también un televisor abandonado, con una recreación en su interior de la noticia del nuevo Valle Inclán rosa. Sin descartar ninguna hipótesis, para los investigadores la unión del televisor y el pintado de la estatua conducen a pensar en la intencionalidad plástica de la acción.

De ser una intervención artística, la actuación logró al menos el objetivo de crear expectación. Ayer eran muchos los vecinos que se acercaban a comprobar el efecto del atrevido color aplicado a la estatua y casi todos captaban con sus teléfonos portátiles la imagen del nuevo Valle Inclán de estética pop.

El resultado de la obra era ayer el centro de las conversaciones en las plazas y terrazas del centro histórico. Para algunos la escultura ha mejorado mucho con su llamativa estética "a lo Andy Warhol" –comentaba un vecino–, mientras que para otros se trataba de un mero acto de vandalismo que debe ser investigado y sancionado.

Incluso el material elegido para recubrir la estatua fue objeto de debate entre los curiosos. Si era pintura plástica, sintética, esmalte, o barniz; si fue aplicada con brocha, spray o pistola, fueron también cuestiones que entretuvieron a los espectadores. Sea como fuere, el buen acabado a la hora de aplicar la pintura hace pensar a casi todos en la finalidad artística de la intervención, más que en la simple gamberrada, que se habría resuelto más cómodamente, arrojando el bote de pintura sobre la escultura. En todo caso, colectivos vecinales y políticos municipales comentaban también el poco respeto que muestran algunos vecinos de Pontevedra por el patrimonio público, por sus obras de arte y mobiliario urbano, continuamente objeto de agresiones.