Más de 400 médicos y otros profesionales de los servicios residenciales, la geriatría y la gerontología se reunirán a partir de mañana en Pontevedra en el décimo congreso de la Sociedad Española de Médicos de Residencias. Su presidente, Alberto López Rocha, destaca que con el encuentro "buscamos no sólo continuar difundiendo nuestra labor como sociedad científica sino ir aglutinando a diversos profesionales que prestan atención al anciano a nivel de toda España, por eso nuestro eslogan de Rompiendo Barreras, que hemos elegido para este congreso, tiene un doble significado: hacer pensar en todas estas personas mayores que cuentan con nuestro apoyo para mejorar su calidad socioasistencial y también reivindicar el papel de los profesionales, que es tan digno como el que atiende cualquier patología".

—¿Vivimos en una sociedad que le tiene miedo a la vejez y la esconde?

—Si, realmente si, se le tiene miedo, se ve la vejez como algo que está ahí al final de la vida sin pensar que más bien es un paso más en nuestra vida, otra etapa más que además cada vez es más larga, una etapa con las mermas que supone ir envejeciendo pero que no supone que te tengas que "apalancar", para nada, todo lo contrario, es una etapa más en nuestra vida y como tal tenemos que vivirla. No es para los políticos un voto más, no, son personas que comen, conviven, que tienen conciencia y pueden hacer y saber a lo largo de toda su vida, aportando mucha a nuestra sociedad.... Falta ese reconocimiento social de la vejez.

—Y es que cada vez seremos más, especialmente en Galicia...

—Actualmente en nuestro país el 17% de la población es mayor de 65 años, lo que viene a suponer unos 8 millones de habitantes que superan esa edad, de los cuales casi 2 millones viven solos, que es fácil decirlo pero es muy triste pensar en personas que viven completamente solas, conviene pensar en lo que dice ese abandono de nosotros como sociedad; y de esos 8 millones le diría también que casi, casi, millón y medio son analfabetos, me parece que son datos que conviene que se sepan.

—Además de olvidarnos de los mayores ¿nos olvidamos de quienes los cuidan, inclusive del personal sanitario?

—Pues si, hay dos tipos de cuidadores: los no profesionales, que son las familias que atienden a estas personas, y el personal profesional sanitario, y dentro del mismo gremio efectivamente estamos un poco olvidados, a pesar de que hacemos un tipo de medicina asistencial y otra social, es decir nuestra labor es la suma, de hecho en el congreso presentaremos un libro sobre cómo se constituyen equipos multidisciplinares que tienen sus reuniones programadas y forman parte de ellos psicólogos, trabajadores sociales, terapeutas, enfermeros, auxiliares, médicos, es decir aglutinan el conjunto. También es cierto que todos estos profesionales que se dedican a otra labor asistencial cuando nos conocen reconocen realmente el buen hacer y el buen trabajo que se realiza en los centros geriátricos que están profesionalizados.

—¿Trabajar hasta los 67 nos hará más activos en la vejez o en realidad era ya lo que nos faltaba?

—(Risas) Pues más bien lo que faltaba. Aunque depende del trabajo: a los 60 las facultades menguan y se me ocurren profesiones como la del minero o la del policía en donde no convendría esa jubilación, pero un profesor puede estar perfectamente activo en esa edad. Reconozco que mejoró la calidad de vida y que vivimos más años, pero tendría que plantearse esa opción al trabajador, cada cuerpo tiene un ritmo y además ¿se imagina a un policía persiguiendo con 67 años a un ladrón?

—En el simposio se abordarán ciertos temas que siguen siendo tabú, por ejemplo la sexualidad en los mayores.

—Todavía es un gran tabú, muchas veces por las personas mayores pero más yo creo por las personas que rodean el entorno familiar de esos mayores, ven el sexo como algo que a esas edades está fuera de lugar, pero no lo está porque es lo que hemos comentado al principio: sólo una etapa más, así es que lo que sucede es que la sexualidad es diferente, seguramente los adultos y los jóvenes se orientan más hacia el elemento final que es el coito, pero en esas edades a lo mejor hablamos de cariño, atenciones a su ser querido y se ve como esa pareja a esa edad transmite su sexualidad con caricias, contándose cosas, agarraditos de la mano, y esa es la sexualidad propia a esas edades, a mayores del coito que por supuesto muchos lo hacen. Es decir, son personas, a esas edades no nos volvemos bichos raros, le aseguro que a esas edades (risas) más quisiéramos poder hacer lo mismo que están haciendo ahora nuestros mayores.

—¿Sigue interpretándose que ingresar a un anciano en un centro geriátrico es un abandono familiar? ¿Contribuye a esta idea la falta de profesionalización de algunos centros?

—Si, sigue pasando, todavía hay personas que piensan que el llevar a un ser querido a una residencia es dejar a esa persona abandonada, sigue siendo un tabú de las familias y responde a la falta de información por parte de la gente. Hoy los centros geriátricos han evolucionado muchísimo en nuestro país (tanto que le aseguro que no tenemos nada que envidiar, y lo digo muy alto, al resto del mundo, absolutamente nada, incluso países europeos están muy a la cola de nosotros en atención sociosanitaria en centros geriátricos) pero claro que queda mucho por hacer. Es verdad que algunos centros no están profesionalizados, pero ellos mismos van viendo que la profesionalización es la mejor seña de identidad de un centro geriátrico, no solamente a nivel de la profesión sino a nivel de toda la sociedad, la percepción de que estos centros se tienen que adaptar, tanto los residenciales como los de día.

—¿Cómo interpreta casos trágicos como el del celador del geriátrico de Olot o los ancianos olvidados en el interior de una furgoneta en Ciempozuelos?

—Son excepcionalidades, todas las autonomías siguen unas directrices generales, algunas las amplían más, pero realmente la inspección de los centros debe ser más exhaustiva, con investigaciones en horario nocturno y diurno, para garantizar que su calidad de atención es la adecuada. Nosotros recomendamos a nuestros socios que denuncien, que cuando vean algo que no corresponde con la legalidad que lo denuncien, igual que se denuncia si un profesor pega a un alumno.

—Otro de los aspectos a analizar en el congreso de la Semer es cómo serán las residencias geriátricas en sólo diez años ¿se parecerán en algo a las actuales?

—Se parecerán en poco realmente a las de hoy, siempre digo que en estos centros cuanto menos florituras mejor, en el sentido de que no me gustan estos espacios muy cortinados, muy alfombrados, todo lo cual es perjudicial a esas edades porque tropiezas más fácilmente con una alfombra, pero a mayores del diseño estaremos hablando de otro tipo de comodidades, por ejemplo colores diferenciados por planta para no equivocarse, suelos adaptados que impidan deslizamientos y tampoco olvidarse de modernidades como la conexión a internet, en sólo 10 años será una demanda habitual.