Un "maio" que siga las reglas de la tradición pontevedresa: medidas máximas y mínimas y adornos vegetales como hinojo, calas, camelias o huevos, también margaritas y naranjas. Y en las coplas retranca pero no palabras malsonantes y en la interpretación que se sigan las reglas de ritmo... Ya veterano, el Concurso de Maios es una cita para las asociaciones y colegios más expertos en esta tradicional bienvenida a la primavera, pero también un espacio para los más pequeños de la casa, como demostraron ayer los alumnos de la escuela Fina Casalderrey.

Se trata de pequeños de entre 3 y 5 años que presentaron, fuera de concurso, su mini-maio. Dieron así ejemplo de lo que solicitó la pregonera de la fiesta, la escritora Ana Acuña, que en la "Benvida ao maio" recordó su niñez en Marín y animó a los niños de la comarca a que se relacionen con personas de otras generaciones para así recuperar y contribuir a mantener vivas las tradiciones.

Otro buen ejemplo del buen momento del Concurso de Maios y de su constante renovación fueron los alumnos de la escuela infantil Bolboretas, que a pesar de su corta edad (también entre 3 y 5 años) sí entraron a concurso.

13 grupos y un invitado

El certamen convocó en este 2010 a un total de 13 agrupaciones de escolares (a mayores del mini maio fuera de concurso) muy respaldadas por sus familias y centros docentes de la comarca, que durante la pasada semana repitieron los ensayos e hicieron acopio de materiales para la estructura, el manto y los adornos.

Finalmente no se cumplieron las malas predicciones meteorológicas y alrededor de 130 niños (entre diez y quince por grupo, ya que varios compitieron con más de una estructura vegetal) subieron al escenario de la plaza de A Ferrería en un día nublado de primavera.

Aunque con menos público que en anteriores ediciones, fue uno de los concursos de mayor calidad, muy especialmente por las "coroas" presentadas al certamen.

Se trata de estructuras vegetales (que pueden ser exentas o como remate del maio) que este año aparecieron ante el público en forma de concha, de bastones de peregrinos o de palco de música, todo un esfuerzo de elaboración del que se encargaron los alumnos, profesores y padres.

Éstos constituyeron un año más el público mayoritario del concurso, una fiesta familiar que convocó a grupos de Pontevedra, Marín y Portas.

El certamen repartió este año 4.000 euros en premios y, por supuesto, no faltaron las tradicionales roscas con las que la organización obsequia cada año a los niños participantes.