Comienza a “verse la luz al final del túnel”, pero no se llegará a la meta al menos hasta el año 2015. Esta es el horizonte con el que trabaja la Universidad de Vigo para disponer del Edificio das Artes, la nueva sede del campus local que se presenta como la piedra angular para ampliar las titulaciones y asentar el crecimiento universitario en la ciudad. Responsables del rectorado y del Concello celebraron ayer una nueva sesión de la comisión formada entre ambas partes para coordinar los proyectos del campus, unas actuaciones que, a día de hoy, se concentran en dos frentes: esa futura sede para Bellas Artes, en los antiguos terrenos de Tafisa, y la residencia universitaria, ya planificada en las instalaciones del colegio Santiago Apóstol de la ONCE.

El proyecto del Edificio das Artes, cuya ejecución se plasmó en un convenio hace más de seis años, está pendiente de que el gobierno local culmine el largo y tortuoso proceso de cesión de los 20.000 metros cuadrados previstos en Tafisa. Aunque ese solar ya está registrado a nombre del concello, todavía restan algunos trámites para que pueda pasar a manos universitarias, entre ellas la aprobación definitiva de su plan urbanístico, según admitió la concejala Teresa Casal, presente en la reunión de ayer. En todo caso, el vicerrector del campus de Pontevedra, Jesús Hernández, que también acudió a la comisión, aclaró que después de haber esperado varios años, un proceso “entre cinco y siete meses nos permite ahora decir que ya se ve la luz al final del túnel”. Hernández explicó que una vez firmada la cesión definitiva de la parcela, “al día siguiente la Universidad ya podrá encargar el proyecto básico y de ejecución, pues el Presupuesto del campus incluye una partida de 440.000 euros para eso”. No obstante, ese trámite deberá aguardar no sólo a disponer de los terrenos, sino también del plan urbanístico definitivo.

El vicerrector volvió a poner ayer sobre la mesa el principal problema que atenaza a día de hoy al campus local: la falta de espacio. Al respecto, apuntó que “la Universidad necesita este edificio urgentemente para Bellas Artes, que cuenta con tres titulaciones más un martes de investigación que se implantará el próximo año, y cuya sede actual (en el antigua cuartel de San Fernando) no da más de si; estamos muy constreñidos”.

Pero al margen de que los alumnos y profesores actuales ya sufren esa falta de espacio, el problema tiene una consecuencia más grave, como es la dificultad para implantar futuras titulaciones en Pontevedra. Así lo advirtió ayer Jesús Hernández: “Pronto volverá a hablarse del nuevo mapa de titulaciones y lo que tenemos en la actualidad está ocupado al cien por cien, por lo que si no tenemos sitio, casi es mejor no poner en marcha más titulaciones”.

Y la solución es el Edificio das Artes, la sede “más cara de la Universidad y, por tanto, la más grande, ya que estas cosas se miden por metros cuadrados construidos”. Con semejantes dimensiones está claro que su ejecución será larga, entre tres y cuatro años, según las estimaciones del arquitecto”, según Hernández, lo que apunta al año 2015 como horizonte más cercano para su estreno. Además, se pronostica una abundante presencia de empresas aspirantes, lo que alargaría el proceso de selección.

Desde octubre de 2005

El proyecto de ejecución se basará en el diseño dado a conocer en octubre de 2005, elaborado por el arquitecto Juan J. Creus Andrade, ganador del concurso de ideas convocado entonces por la Universidad y autor, entre otras obras, de la fundación Luis Seoane de A Coruña. Su puesta en marcha forma parte de un complejo “dominó” que también implica de forma directa al concello, que pactó con el Rectorado la devolución del cuartel de San Fernando. Una vez que se ejecute el Edificio das Artes, esta facultad se trasladará a las orillas del Lérez y su sede actual de la calle Maestranza volverá a manos municipales, para convertirse en el edificio central del concello. Curiosamente, en estos días las oficinas municipales son objeto de otra mudanza, este vez a la antigua delegación de Facenda en la calle Michelena, donde permanecerán hasta que San Fernando pueda ser reutilizado. Se estima que pasará una década hasta entonces.