"Empezamos a trabajar en comercio justo en Pontevedra hace ya 12 años, fuimos la primera organización", recuerda María Paz Gutiérrez. Ésta se felicitaba ayer "porque cada vez la gente responde más, eso nos hace sentir orgullosos de nuestro trabajo, creo que en el fondo y a pesar de todo cada vez somos más conscientes de las consecuencias que tiene practicar un consumo irracional. Cada vez que compro algo hay una vida detrás de ese producto, comprometernos con esas vidas es algo que cada vez más hacemos los pontevedreses".

—¿Es verdad que más del 40% de lo que compramos en Navidad nunca vamos a necesitarlo?

—Es un dato cierto y lo que es peor, creo que no es sólo en Navidad sino que a lo largo de toda nuestra vida el consumo que realizamos es bastante innecesario. Al hilo de lo que preguntaba, hay estudios que dicen que sólo el 20% de lo que consumimos a diario lo necesitamos realmente, es decir responde a necesidades básicas, aquellas comunes a cualquier persona en cualquier momento y lugar, ese 80% restante es cuanto menos prescindible.

—¿Por qué entonces seguimos reiterando el error?

—El sistema económico del que formamos parte nos insta a consumir, se sostiene precisamente en el hecho de que consumamos y ahora en época de crisis todos hemos visto como nuestra clase política nos dice que tenemos que consumir para hacer que todo esto sea sostenible. Yo creo que aquí lo que falta es la otra lectura, que son las consecuencias negativas de ese modelo de consumo, pero al final es ese sistema económico el que nos lleva, un sistema que todos alimentamos, en el que la publicidad juega un papel fundamental, la presión social también, ese posicionamiento en la pirámide social que al final nos da la compra de esos productos intervienen como factores y hacen que compremos de forma irracional.

—¿Cuales son los mejores consejos en la época con más compras del año?

—Aunque suene repetitivo cuando hablamos de consumo responsable hablamos de cuatro erres: reducir, reciclar, reutilizar y también reflexionar.

—¿Es el comercio justo más caro?

—Lo de que es más caro al final es una falacia y muchas veces una excusa, el comercio justo no es caro, es justo. Lo que no podemos hacer es participar o contribuir a un sistema en el que nos llegan las cosas muy baratas, eso es cierto, a costa de la vida de muchas personas; lo que no podemos hacer es externalizar (que es lo que tienen a hacer las grandes multinacionales y empresas) el coste real del producto. Cuando llega a nuestras manos un producto, por ejemplo uno tecnológico, con un precio irrisorio cuando menos debemos hacer ese ejercicio de reflexión y plantearnos cómo es posible que un producto que ha sido fabricado en China y ha llegado hasta aquí puede tener un precio de 6 euros, preguntarnos si probablemente parte de sus piezas proceden de materias primas extraídas de Sudan o del Congo, la mano de obra procede de China y ha llegado desde ese país hasta aquí con el coste de transporte que supone. Una vez aquí la tienda que lo vende tendrá que tener también un margen de beneficio, cómo es posible entonces que a pesar de eso cueste 6 euros. Entonces ¿el comercio justo es caro? No, lo que hace es retribuir al trabajador aquello que merece.

—¿Se nota en este tipo de productos el descenso del consumo o el perfil del comprador es diferente?

—Desde la experiencia de Solidariedade Internacional lo cierto es que las ventas no se han visto perjudicadas en este momento de crisis, no sé si tal vez sucederá en 2010 si notamos la crisis con más fuerza, se ha notado a lo mejor en todo lo que tiene que ver con venta institucional o de empresa, las cestas que habitualmente distribuíamos en Navidad han desaparecido, pero es cierto que son quizás compras más supérfluas podríamos decir, pero en cuanto al consumo diario y al cliente habitual, ese segmento todavía no se ha visto resentido, pero sí creo en general que todo lo que rodea a la cooperación internacional está empezando a verse muy perjudicado.

—Uno de los argumentos que oirá con frecuencia es que con la que está cayendo aquí, como para ayudar a otros.

—Es muy frecuente efectivamente y respondemos de un modo muy fácil: si nosotros, viviendo en una situación privilegiada, porque no podemos negar que es así, nos afecta o nos duele lo que ocurre en épocas de crisis, cómo no afectará y dolerá a sociedades que viven en una crisis estructural. Nosotros al final en el momento de crisis, como mucho vamos a renunciar a tres o cuatro bienes probablemente innecesarios, ahí es donde va a estar nuestra crisis, pero en su caso hablamos de sociedades que ya viven con lo básico y ahí sí que se trata de una renuncia fuerte y a veces insoportable. De hecho creo que éste es el momento en el que más debemos comprometernos con las sociedades empobrecidas, que son las que más están sufriendo las consecuencias de la crisis.