Hace 28 años se diagnosticaba por primera vez el primer caso de Sida. Era el 1 de diciembre de 1981 y desde entonces la patología se ha cobrado la vida de 25 millones de personas en todo el mundo. Hoy, día mundial de la lucha contra esta dolencia, la situación apenas tiene que ver con la que se dio durante la década de los 80 y 90. El avance médico y farmacéutico ha permitido pasar "de una enfermedad mortal a una crónica". Así lo apunta el doctor Julio Diz, uno de los médicos de la unidad de VIH del Complexo Hospitalario de Pontevedra (CHOP). El recinto capitalino, que ha tratado cerca de 500 positivos, descubre cada año a una veintena de infectados.

Diz relata cómo ha sido la evolución de los últimos años en cuanto a la relación de enfermos que empiezan el tratamiento en cada ejercicio en Pontevedra. Así, "de tener una de las tasas más altas de Galicia y España, con casi 40 casos por año se ha pasado a 20 en el último". Una mejoría que también se advierte en el número de hospitalizaciones, ya que "de una decena mensual" que se producía hace sólo unos años, ahora el promedio es de un único ingreso.

Una disminución que es atribuible a varios factores y que este especialista en patología infecciosa vincula, por un lado a las "efectivas campañas de información y sensibilización de las autoridades sanitarias", tanto en lo que se refiere a la drogodependencia como a la manera de abordar las relaciones sexuales y, por otro, al descenso del consumo de drogas por vía intravenosa como la heroína. "Ahora tenemos una enfermedad que se puede tratar con eficacia y con un relativo y cierto manejo", comenta.

A la hora de ejemplificar como ha avanzado la calidad de vida de los infectados por el Virus de Inmunodeficiencia Humana, en esa transformación de dolencia mortal a persistente, Diz explica: "Un hipertenso tiene que tomar dos o tres pastillas al día y un porcentaje importante de pacientes con Sida toma uno o dos fármacos combinados, algo impensable hace tan sólo cinco o seis años". Al mismo tiempo, valora como este mayor control repercute también de manera positiva en cuanto a la minimización de la posibilidad de propagación del virus.

Desde que el Servizo Galego de Saúde (Sergas) dispone de estadísticas de la enfermedad, el área sanitaria de Pontevedra, que aglutina a algo más de 200.000 vecinos de la capital y su entorno, se han diagnosticado un total de 468 casos. Una estadística que comprende el último cuarto de siglo, desde 1984 y hasta el 31 de diciembre de 2008. El peor dato anual fue el de 1996, con 42 positivos.

En toda Galicia los positivos durante el mismo espacio de tiempo han alcanzado los 3.766 casos, siendo también ese año como el de mayor número de diagnósticos, con 360. Desde entonces el total ha ido bajando progresivamente hasta colocarse, como ocurrido el año pasado, por debajo de los 90 nuevos enfermos, lo que representa menos de una cuarta parte que hace poco más de dos lustros. Los complejos sanitarios de A Coruña, con 899, y Vigo, con 814, son los que más infecciones han tenido que tratar a lo largo de los últimos 25 años. Sin embargo, la provincia pontevedresa es la que, analizando todo ese período, sufre una mayor prevalencia del VIH, con 1.565 casos por millón de habitantes. La media gallega está en 1.375.