Para la pontevedresa Digna Pastoriza y su hija la de hoy será probablemente su última noche en su casa de Salcedo. Una orden judicial marca para mañana su desahucio debido a una deuda contraída con la empresa Inversiones Intermundiales, con sede en Vigo. En 2007 la mujer firmó un crédito de 18.000 euros para hacer frente a una deuda y esta compañía le reclamaba la devolución de 56.000 en un plazo de seis meses. Ante una situación desesperada aceptó esas condiciones con la idea de vender el inmueble y poder entregar el dinero. Pero nadie compró la vivienda y ahora tendrá que abandonarla al ser incapaz de abonar ese crédito. La ONG Acción Solidaria ya anunció que denunciará a la sociedad prestamista por supuesta usura.

–¿Cuál es la situación que está viviendo?

–La situación por la que estoy pasando es muy grave. Tengo que devolver un dinero que pedí a una empresa de dinero privado que me dejó 18.000 euros y me reclama que le devuelva 56.000. Me dieron un plazo de seis meses y yo, al no poder hacer frente a esa cantidad, pues resulta que me van a embargar la casa.

–¿Cuándo tuvo que pedir ese dinero?

–Fue hace dos años. Yo había contraído una deuda con la Seguridad Social y ellos, los de esta empresa, se hicieron cargo de pagarla. Acudí a ellos como última opción, después de ir al banco. Como ya tenía una hipoteca y contaba con problemas para pagarla por dificultades que estaba atravesando desde hace ocho años, el banco no me dejó ese dinero. Recurrí a esta gente después de ver un anuncio en el periódico, con la idea de que iba a vender la casa para pagar la hipoteca y también a esta gente. Al final fue imposible por, entre otras cosas, el bajón inmobiliario que hubo. Ahora ellos hacen valer lo que yo firmé en un momento de desesperación.

–¿No había otra salida para conservar su vivienda?

–Era la última opción que me quedaba, ya que si no me embargaba la casa la Seguridad Social. Ya estaba la tasación y todo hecho, era una situación desesperante y yo estoy sola, con una hija a mi cargo y una situación muy muy difícil.

–Y ahora, ¿qué es lo que le ordena la Justicia?

–El otro día se presentó una funcionaria del juzgado que le preguntó a mi hija qué hacíamos allí viviendo. Nos pidió que fuéramos retirando las cosas. Mi hija le contestó que estábamos autorizadas a vivir allí. Pero nada, que teníamos que retirarnos porque el día 29 de este mes vendrían a las 11.00 de la mañana se iban a presentar. También nos advirtió de que era mejor que nos fuésemos por las buenas porque si no vendrá la Policía.

–Acción Solidaria anunció recientemente su caso, ¿qué más va a hacer para tratar de conservar su vivienda?

–No lo sé, en estos momentos me encuentro perdida, no sé muy bien ni qué ni cómo hacer ni a quién recurrir.

–¿Cree que existe alguna posibilidad de parar esa orden de desahucio?

–No sé si existe alguna posibilidad, no lo sé, la verdad. Me imagino que no porque hay fecha para el desahucio.

–¿Cómo fue la situación en la que se acordó que le concederían el préstamo?

–Fue lo que más me asombró, porque yo estaba preguntando durante todo el rato si aquello era legal o no. Parecía una cosa muy deprisa y corriendo. La sorpresa la tuve cuando llegamos a una notaría de Redondela, que fue donde se firmó el préstamo. Me hicieron pasar a una sala, antes de firmar ante el notario, y fue cuando realmente vi las condiciones que se me ponían. De 18.000 euros tenía que devolver 56.000. Pensé, "Dios mío, pero esto qué es". Eran unos intereses del 200 o 300%, imposible de devolver. Pero acuciada por la situación firmé en aquel momento y firmé mi sentencia.

–¿No le habían comentado antes esas condiciones?

–Ellos dicen que firmaba por un interés del 6% o 7% y era totalmente mentira. Y ante notario dicen que tendrían que recibir en dinero toda esa cantidad de 58.000 euros. Me pareció todo una irregularidad, también todo lo que allí pude ver. Vi como se entregaban sobres muy abultados llenos de billetes, apareció gente con la que yo no había hablado. Se movían por la notaría cogiendo papeles y actuando de un modo que daba que pensar. Fue cuando me di cuenta de que era mentira lo que decían, que todo era legal.

–¿Cómo cree que reaccionará cuando llegue el momento del desahucio?

–Pues en principio no tengo nada decidido. Ya no tengo demasiadas fuerzas para luchar ni para nada. No sé si coger y encerrarme o coger una cuerda y acabar con todo, que igual sería lo más fácil. Por lo menos no llegaría a ver esta situación, perder algo por lo que luché y trabajé durante toda la vida. Es muy difícil.