El ministro de Fomento, José Blanco, se comprometió ante la corporación a estudiar la propuesta del PP de soterrar las vías del AVE a su paso por el casco urbano. Sin embargo, esta promesa no frena, por el momento, el calendario de trabajo del ministerio para el tendido de las vías entre Vilaboa y Cerponzóns, aunque sí se ha optado por comenzar las obras en tramos periféricos. En concreto, técnicos de Fomento y el concello han pactado comenzar la ejecución del Eje Atlántico en las inmediaciones del río Lérez, tanto con la apertura de un nuevo túnel como con el tendido de un puente sobre el propio río. En esta fase se incluye también la construcción del falso túnel frente al barrio de A Seca.

Los técnicos ferroviarios ya disponen de toda la documentación municipal referida a los servicios subterráneos, así como los permisos para efectuar posibles cortes circulatorios, aunque deberán notificarse previamente.

Cinco kilómetros

Según fuentes municipales, inicialmente se pretendía ejecutar en su totalidad y a la vez los más de cinco kilómetros que afectan al casco urbano, lo que obligaría a cortar la calle Loureiro Crespo de forma inmediata. La ausencia de alternativas para el tráfico aconsejan aplazar ese tramo, junto con la promesa de estudiar el soterramiento, que se ejecutaría si “es viable técnica y económicamente”, según apuntó el ministro en su visita institucional a la ciudad el pasado viernes.

Fuentes del gobierno local explicaron ayer que José Blanco ya conocía con anterioridad esa demanda de hacer un AVE subterráneo, toda vez que hace unas semanas se aprobó un pronunciamiento plenario que proponía remitir al ministerio la petición del PP. Estas mismas fuentes apuntan a que Blanco explicó que “ya se había pasado a los técnicos” esa posibilidad. El concello, pese a todo, insiste en que “una cosa es cubrir la vía con plataformas y otra muy distinta es hacerlo soterrado, ya que en este caso habría que hundir las vías varios metro, lo que lo hace técnicamente inviable por la traza actual”.

Túnel con polémica

Mientras se resuelven esos estudios, los trabajos del AVE en la ciudad ya están en marcha. Desde hace semanas los operarios se afanan en los movimientos de tierra en zonas como Tomeza, pero en pocos días comenzarán dos de las fases más complejas: la apertura de un túnel de 430 metros bajo la parroquia de Lérez y el tendido de un nuevo puente sobre el río, paralelo al actual, y de 175 metros de longitud.

El túnel generó en su día gran polémica, ya que inicialmente no estaba previsto expropiar las propiedades situadas sobre él, en las proximidades del monasterio de San Benito, pero durante el proceso de adquisición de los terrenos se incluyeron por sorpresa. Fomento trató de resolver el conflicto dando a elegir a los dueños entre ser expropiados o continuar como hasta ahora, ya que el túnel discurre varios metros por debajo de las casas.

En cuanto al puente, será el tercero que se ejecuta sobre el Lérez en un breve lapso de tiempo, unido al de As Correntes, ya en obras, y el de Monte Porreiro, pendiente de los últimos permisos. Un cuarto viaducto está proyectado en la zona de Bora, para la A-57.

Más de 55 millones

Las empresas Sacyr, Neopul y Cavosa son las encargadas de ejecutar estos siete kilómetros entre Pontevedra y Cerponzóns por 55.173.130 euros y un plazo de ejecución de 40 meses. A la espera de los posibles estudios que pueda realizar ahora el ministerio, en principio está previsto que el 25 por ciento de ese recorrido se realice en túneles o pasarelas cubiertas, especialmente en A Seca y en A Eiriña, además del túnel de Lérez. El resto de los tramos discurrirán a cielo abierto. Lo que sí es necesario es la remodelación por completo de la actual pasarela sobre las vías existente en Joaquín Costa, el único punto donde el tren discurre actualmente cubierto en todo el casco urbano. En la calle 12 de Novembro, el ministerio construirá un puente de 14 metros de ancho para conectar la zona de A Eiriña con A Parda.

Acelerar la variante de Marín, “iniciada” hace tres meses

Otro proyecto cuya ejecución se aguarda desde el concello es el tramo pontevedrés de la variante de Marín, cuya “primera piedra” se colocó a finales de enero, pero que tres meses después, las obras apenas han avanzado, según las quejas municipales. Se da la circunstancia de que este proyecto, adjudicado a la empresa San José por más de 30 millones de euros, también contó con la oposición del PP local, que cuestionó su trazado y, sobre todo, su desembocadura en Mollabao, donde, a su juicio, creaba una “pared” ante la ría debido a la reforma del nudo actual de acceso a la autopista desde la autovía de Marín. Ahora es el PP el que gobierna en la consellería de obras públicas, pero hasta el momento no se ha hecho pública ninguna medida con respecto a esta obra.

El tramo pontevedrés de la variante de Marín tendrá 4,4 kilómetros de longitud y permitirá dar continuidad al trazado marinense, que concluye en medio del monte, sin más conexión que una carretera muy secundaria, lo que dificulta su uso.