La comarca de Pontevedra despidió ayer la Semana Santa con sus tradicionales rituales del Lunes de Pascua. Actos religiosos en los que el fervor pudo más que las abundantes lluvias. Así romerías como las de San Cibrán de Tomeza, As Cabezas de Verducido o de A Armenteira, en Meis, vencieron a una meteorología adversa para su celebración y congregaron a centenares de fieles, aunque no tantos como en sus mejores años. La más multitudinaria, la primera de ellas, reunió a aquellos deseosos de prevenir ‘o meigallo’ y de librarse de la envidia ajena, beneficios que proporcionaría esta celebración según los creyentes.

La misa campestre, celebrada bajo una carpa en la que los feligreses se pudieron resguardar de las precipitaciones dio paso al rito que permite obtener esa protección por parte de San Cibrán. Nueve vueltas en sentido contrario a las agujas del reloj alrededor de la pequeña capilla y el mismo número de piedras impulsadas hacia su tejado son suficientes para combatir tanto el pecado de la envidia como la creencia tan poco católica como ‘o meigallo’. También previene esas maliciosas circunstancia el pasar por debajo de la imagen tres veces consecutivas y comprar ramos para bendecirlos.

El apartado religioso, que no contó ayer con procesión, se vio completado por el gastronómico y el lúdico una vez más. Mientras los fieles aguardaban a la conclusión de la ceremonia para llevar a cabo su ‘paseo’ alrededor del templo, otros esperaban resguardados bajo otra lona instalada en la misma explanada y en la que después se ofreció un almuerzo.

De todos maneras, la afluencia aquí si que descendió con respecto a las anteriores ocasiones de mayor éxito. Y es que el mal tiempo desanimó a los campistas que suelen pasar la noche en la subida hacia la capilla. Los que desafiaron ayer al frío y el agua apenas fueron una decena.

Oferta lúdica

Las barracas de las fiestas acusaron también la escasez de público en lo que fue la vertiente más lúdica de esta cita. Los puestos de caramelos y los pocas atracciones apenas contaron con actividad ante una lluvia que únicamente fue capaz de vencer la tradición religiosa. No obstante, los vendedores de los ramilletes que después reciben la bendición también vieron mermada la venta. Y es que a pesar de las decenas de fieles que se acercaron hasta este lugar de Tomeza, la romería ya disfrutó en el pasado de una presencia más amplia.

Los ramilletes, integrados por ramas de olivo, laurel o romero entre otros componentes, se vendían en las inmediaciones de la capilla al precio de un euro. En este punto final de la Semana Santa de 2009 se quedaron sin vender buena parte de ellos.