Cuando el 24 de noviembre de 2001 los agentes de Aduanas interceptaban un cargamento de 2.000 kilos de cocaína a bordo del pesquero “Rapanui” y procedían a la detención de un total de 13 personas -todas ellas resultaron condenadas por la Audiencia Nacional- se cerraba con éxito un importante operativo antidroga, pero quedaban flecos pendientes de los que tirar.

Estos cabos sueltos fueron los que permitieron a los agentes del SVA y al juzgado Número 1 de Vilagarcía, que entonces dirigía José Antonio Vázquez Taín, desarrollar unos meses después -en abril de 2002- la denominada “Operación Tráiler” en la que se incautaron otros 500 kilos de cocaína a bordo de un camión. El juicio contra los cinco implicados por aquel cargamento de droga continúa celebrándose estos días en la Audiencia Provincial de Pontevedra y ayer los agentes del SVA explicaron que seguían a uno de los acusados, el burgalés afincado en Vilagarcía Agapito Juez Porras, desde que uno de los detenidos por el alijo del “Rapanui”, Antonio Fabello Rivas, se puso en contacto con él para ofrecerle “mover” parte de la droga que traía el barco. Según los investigadores de Aduanas, Fabello dijo a Juez Porras que “contaba con él para sacar una partida de droga hacia otro lado”.

Sin embargo, en noviembre de 2001 las lanchas rápidas del Petrel abordaban el “Rapanui”, Fabello era detenido y “las comunicaciones con Agapito Juez Porras se cortaron definitivamente”. No obstante se decidió iniciar unas investigaciones aparte ya que, tras el análisis de las llamadas que recibía Juez Porras de “personas relacionadas con el mundo del narcotráfico”, se determinó que el camionero pudiera estar realizando transportes de droga “a distintos puntos del territorio nacional”. “Se ofrecía a trasladar la droga a otros lugares aprovechando los viajes legales del camión”, declararon los aduaneros.

Así, se fijaron distintos objetivos que, según el SVA, contactaban con el transportista para realizar traslados de droga desde Burgos o Madrid, pero finalmente tan sólo se pudo identificar a uno de ellos, Iñaki de Bilbao. En principio se dudó entre dos personas relacionadas con el mundo de la droga en la capital vizcaína que se llamaban igual, pero finalmente se identificó, sin lugar a dudas según el agente, a otro de los acusados: Ignacio González Lombardía. Los seguimientos a estos dos imputados llevaron al resto de las personas que prepararon el transporte del alijo, el supuesto hombre de confianza de Ignacio González, Julio Guerrero, y a la persona que supuestamente encargó el transporte de la droga según el fiscal, el catalán Óscar Torres. Los agentes de Aduanas relataron ante el juez una reunión que mantuvieron los cuatro acusados en una gasolinera de Mos para, supuestamente, preparar la operación.

Los agentes de Aduanas creen que el quinto acusado, Antonio García, jefe de Agapito Juez en una empresa de transportes, también estaba implicado en la red hasta el punto de mostrarse “muy nervioso” cuando una agencia de transportes no les encontró una carga legal con destino a una zona próxima a Cataluña para “camuflar” la droga. Aseguran que como solución de última hora ellos mismos compraron unas bobinas de papel “como solución de “última hora”, dicen los agentes.

El grupo de “O Patoco” pudo cargar el camión

Agapito Juez explicaba en el segundo día de juicio, cuando declaró, que no sabía que transportaba 500 kilos de cocaína en su camión. Asegura que fue un tal Manolo de Cambados quien le contrató el porte. Hasta el miércoles, en el juicio, nunca añadió que el tal Manolo de Cambados era “O Patoco”, un sobrenombre por el que se conoce a Manuel Abal Feijóo, un “histórico” con antecedentes por narcotráfico y quien, precisamente, falleció hace unos meses en un accidente de tráfico en Vilagarcía. Los agentes del SVA sospechan que, efectivamente, “gente de confianza” de Abal Feijoo, sino él mismo, pudieron ser los que cargaron el camión en una explanada al lado del cementerio de Ribadumia y que los acusados eran los encargados de transportarla. También explicaron que “es improbable” que alguien ceda 500 kilos de cocaína para su transporte y que la cara de Juez Porras cuando fue detenido era de “resignación”, no en vano recordó que “no era la primera vez que se veía en esta situación” ya que años atrás los mismos agentes de aduanas habían intervenido en su detención a bordo del “Anita” con 3.000 kilos de cocaína.