Pasaban unos minutos de las 10.30 horas de ayer cuando el coche fúnebre con el féretro de Maximino Couto, el preso que se suicidó ayer en la cárcel de A Lama donde fue recluido por matar a su novia y agredir a dos vecinos, llegó a la iglesia parroquial de Mourente. En el recinto le esperaban unas 25 personas entre familiares, vecinos y amigos y en el ambiente se respiraba una gran tensión por la presencia de numerosos medios de comunicación. "No queremos decir nada y si decidimos organizar el entierro para esta hora es precisamente para no levantar esta expectación", relataba una de las allegadas del fallecido.

Lo que sí reconocieron los familiares fue que el suicidio no les cogió por sorpresa. "Últimamente estaba fuera de sí y la llamada que hizo desde la cárcel el día anterior fue a su sobrino, al que le pidió que le arreglara los papeles de la funeraria porque iba a ser trasladado a otra cárcel y él se negaba a este traslado. También le señaló que quería que le enterrasen en Mourente", manifestaron.

De esta manera, sus allegados añadieron que no entendían que en la prisión pontevedresa de A Lama no se le vigilara más para evitar el desenlace.

Las exequias fúnebres apenas duraron cinco minutos, ya que no hubo ceremonia religiosa, tal y como Durán Couto hizo constar en sus últimas voluntades. Sus hermanas y sobrinos, que se hicieron cargo de la situación, homenajearon al difunto con el único ramo de flores que acompañó al féretro, en el que se podía leer: "Recuerdo de tu familia". Maximino fue enterrado en el panteón familiar y, contó únicamente con la presencia de una de sus hermanas, Esther Durán Couto y dos sobrinos. "Lita, la otra hermana no pudo venir porque está sufriendo mucho y no se encontraba en condiciones", comentaron.

Entre los pocos vecinos que participaron en el sepelio se podían escuchar comentarios muy diversos sobre el agresor. Muchos de ellos hacían referencia a la adicción al alcohol de Couto Durán y otros, a las difíciles circunstancias a las que se había tenido que enfrentar a lo largo de su vida. "Él era una persona nerviosa, pero empeoró mucho cuando tuvo un accidente de tráfico en el que falleció una pareja. A consecuencia de esto, empezaron a tratarlo como un criminal y esto le puede pasar a cualquiera", señalaba una amiga de la familia.

Asimismo, también señalaron que el día en que el agresor mató a su pareja y agredió a los vecinos de su ex mujer y a un agente de la Policía estaba enajenado. "Él creía que abandonaría la cárcel el día 15 de diciembre, pero justo antes de concederle el último permiso carcelario, su abogado le comunicó que todavía tenía por delante un año más a causa de las denuncias que su ex mujer le había puesto por saltarse en dos ocasiones la orden de alejamiento, entonces Maximino se volvió loco", explicó una vecina.