"Cualquier persona que se hubiera cruzado en su camino se la habría llevado por delante. Eso nos queda claro". Estas palabras las pronunciaba ayer Pablo B.G., el policía nacional de Pontevedra a quien Maximino Couto Durán hirió de una cuchillada en un brazo cuando intentaba detenerlo después de que éste hubiera apuñalado gravemente a dos vecinos y acabado con la vida de su actual pareja en Ponte Caldelas. Para este agente, las intenciones homicidas de Couto Durán eran claras: "Parece ser que un yerno del matrimonio herido evitó que acabase con la vida de estos dos vecinos, ya que intervino y le golpeó en la cabeza, pero lo único que consiguió es que desistiese de acabar con ellos porque, de inmediato, iba cegado en busca de su ex mujer", explicó.

De 34 años y natural de Cangas, aunque vecino de Vilagarcía, no olvidará nunca lo sucedido en la tarde del 29 de noviembre. Se encontraba en la sala del 091 cuando recibieron dos llamadas de vecinos muy "alterados" que hablaban de las agresiones de un hombre armado con un cuchillo.

La primera imagen que Pablo tuvo del presunto homicida fue desde la puerta de la casa de la ex mujer de Maximino, en el interior vio "la silueta de un hombre que llevaba un cuchillo en cada mano" y que "lo único que decía era que nos iba a matar a todos". Explica que "un agente que lo conocía intentó hacerle razonar para que desistiera de su actitud, pero era una persona que estaba totalmente fuera de sí, que no atendía a razones". El agresor se fue acercando hacia ellos hasta que acabaron en una pequeña terraza que no tenía salida. Y allí a Maximino se le dio por atacar: "¡Que os mato a todos! gritó y me lanzó una cuchillada contra la barriga y yo, no sé cómo, por instinto de supervivencia puro y duro, me encogí, giré el abdomen y me protegí con el brazo en donde, gracias a Dios, clavó el cuchillo".

Pablo B.G. asegura que ahí llegó el momento crítico: "me caí sentado delante de él y justo ahí, en ese segundo de margen, los compañeros se lanzaron sobre él y consiguieron pararlo". Este policía nacional está convencido de que le salvaron la vida en ese segundo, "sino fuera por ellos, él no tenía más que bajar el cuchillo y me hubiera cruzado de lado a lado que era la intención que tenía". Pablo asegura que en ese instante de peligro no sintió miedo, había "demasiada tensión". Sí lo tuvo después, cuando lo pusieron a salvo: "Ahí me di cuenta de la situación, que había estado a punto de no volver a ver más a mis hijos", ambos de corta edad.

En aquel momento los policías no eran conscientes que Couto Durán acababa de matar a su compañera en Ponte Caldelas, "únicamente sabíamos que había agredido a unos vecinos, no conocíamos hasta que punto a esta persona le daba igual todo, que al final es lo que parecía ser. Él repetía y repetía que nos iba a matar a todos".

Este policía con 10 años de servicio dice que todavía hoy no sabe como "pude zafar el ataque" y recuerda la imagen de Couto Durán saliendo de la casa para atacarles "con la cara y el pecho ensangrentado, con una especie de delantal en el que llevaba varios cuchillos, además de los dos que portaba en las manos". "Su actitud era la de clavarnos como fuese, cuando arremetió contra mí lo hizo de forma desbocada, como un matarife que va a clavar a una vaca".

Cuando lo redujeron la cosa aún no quedó ahí: "Se resistió en todo momento", dice, "hubo que apretarle los dedos uno a uno para que soltase los cuchillos y cuando lo bajaron por las escaleras intentó tirarlos a todos".