A las puertas del Palacete de los Mendoza profundiza en la tierra un elaborado muro. Se trata de los restos de las Torres Arzobispales. Tras un amplio y profundo foso de ocho metros de ancho, se levanta otra pared, más tosca y sencilla. Se trata de uno de los principales sistemas defensivos con los que contaba la ciudad en la Edad Media. Una fortaleza hacia el mar y una extensa zanja en el otro lado trataban de frenar posibles incursiones enemigas que, a la vista de otros restos hallados en la zona, solían "acribillar" con catapultas el viejo burgo pontevedrés.

Hace unos días, mientras se extraían toneladas de tierra para sacar a la luz ambos muros, se localizó una bola de piedra de cien kilos que los arqueólogos identificaron como un proyectil de catapulta. Ahora se ha reunido una "colección" de media docena de estas "balas" de granito.

Esta sucesión de hallazgos y, sobre todo, la disposición del propio yacimiento, situado bajo la rasante de la avenida de Santa María, ya ha llevado al concello a idear un llamativo sistema para exhibir al público estos restos. Se trata de crear una especie de "sala de exposiciones" bajo la calle, aprovechando el "hueco" existente entre las Torres Arzobispales y el contramuro. Para ello, se sugiere que el "techo" de esa futura sala sea la propia calle, repavimentada, de modo que el aspecto exterior sea similar al resto del entorno, pero bajo ella se mostraría al público parte de los tesoros localizados en la zona. Sería, pues, un mini-museo subterráneo, que se sumaría al que se proyecta, de similares características pero más amplio y ambicioso, en la plaza de Valentín García Escudero.

La excavación del muro de las Torres Arzobispales se puede dar por concluido, ya que se ha destapado todo el tramo posible, puesto que continúa bajo el antiguo sanatorio Santa María. La otra pared, en paralelo y con ocho metros de separación de este primer muro, prosigue bajo la avenida. De hecho, fue necesario deshacer parte de la pavimentación nueva ya instalado en la zona para continuar con la labor arqueológica. Todo apunta a que estos trabajos ya están casi finalizados, pero la pretensión del departamento que dirige Teresa Casal de crear una sala de exposiciones bajo la calle obligará a replantearse no sólo el modelo de reforma en superficie sino, sobre todo, las canalizaciones subterráneas. Las ya instaladas cruzan por el medio de ese futuro mini-museo, por lo que será obligatorio retirarlas, desviarlas y seleccionar otra trayectoria. Y en el Campillo también aumentan los hallazgos, con lo que su diseño de reforma también está por decidir.