Unisa Mansaray, un ciudadano de Sierra Leona, se enfrenta a una petición de cárcel de 476 años y seis meses como supuesto autor de las violaciones reiteradas a su hija menor y de agredir sexualmente en una ocasión a otra de ellas entre junio de 2002 y septiembre de 2003, cuando las menores contaban con 13 y 14 años respectivamente. El fiscal le imputa un total de 31 delitos de agresión sexual constitutivos de violación por los que pide 15 años de prisión por cada uno, así como de otro de agresión sexual, por el que reclama una pena de 9 años y otro más de maltrato familiar, solicitando una última condena de 2 años y seis meses de cárcel.

Según el relato de los hechos del Ministerio Público, las dos pequeñas vivieron un auténtico infierno en los domicilios que compartieron con su padre en las calles Méndez Núñez y Jaime Janer de Marín.

Relato del fiscal

Los hechos se remontan a junio de 2002, cuando, asegura el fiscal, el acusado se introdujo en la habitación en donde dormía su hija y supuestamente intentó penetrarla pese a la oposición de la menor. Ante los lloros de esta por el dolor que le estaba produciendo, continúa el escrito de acusación, el padre depuso su actitud aunque le introdujo sus dedos durante cinco minutos.

Asegura el Ministerio Público que acto seguido despertó a su hija menor, que se hallaba en la misma habitación, realizó tocamientos y la amenazó, en presencia de su hermana, con que si no accedía a sus pretensiones la "mandaría de vuelta a África".

Dice el escrito de acusación, que desde junio de 2002 a septiembre de 2003, al menos en dos ocasiones por mes, el procesado violaba a su hija menor. En otra ocasión, supuestamente, la hizo sentarse junto a él obligándola a ver una película pornográfica y a masturbarle.

Amenazas de muerte

Añade el fiscal que el procesado, atentando "contra la dignidad humana de sus hijas" las despertaba a las seis de la mañana para que limpiaran la casa e hicieran la comida. Asegura que las insultaba con frecuencia y las amenazaba de muerte para que no revelasen a nadie los encuentros sexuales que les forzaba a mantener. En otras ocasiones, dice el fiscal, las encerraba en casa y alguna vez llegaron a quedarse sin comer como castigo.

Asegura el Ministerio Público que el trato era especialmente vejatorio contra su hija mayor, ya que se negaba a mantener relaciones sexuales y su carácter rebelde, lo que provocaba fuertes roces con el procesado que le golpeaba con un zapato.

Sufren depresión

Unisa Mansaray, que se encuentra en prisión provisional desde enero de 2006, se sentará este martes en el banquillo de los acusados de la Audiencia. Un juicio en el que también declararán las dos pequeñas que, a consecuencia de estos hechos, sufren diversas secuelas, entre ellas una depresión suicida.