Las sentencias del Supremo y de la Audiencia confirman que Ana María García Salgueiro, de 30 años, y Luis Piñón Montoto, de 28 años, iniciaron una relación en el mes de febrero de 2003, que les llevó a vivir juntos poco después de conocerse, compartiendo la vivienda con la hermana de la madre de la pequeña Erika y sus otros dos hijos.

La resolución judicial explica que durante el tiempo de convivencia, Luis Piñón mantuvo una actitud "muy autoritaria y exigente" con los menores a los que llegó a exigir que le llamasen papá.

Poco después, la pareja y sus hijos abandonaron el domicilio de la hermana de la acusada y se trasladaron a otra vivienda pero manteniendo siempre su residencia en la localidad de O Carballiño.

Sería a partir de ese momento cuando los golpes y agresiones a Erika se harían más frecuentes, según recoge la sentencia. Al mismo tiempo, las heridas surgidas a consecuencia de aquellos malos tratos no recibían "los tratamientos adecuados para su curación".

Los golpes de Luis Piñón eran conocidos por Ana María García que, incluso, los llegó a justificarlos argumentando que sería una mejor forma de impartir una buena educación a sus hijos.

Erika García falleció en la noche del 14 de mayo, cuando se quedó a solas con Luis Piñón. La sentencia explica que volvió a penetrar a la menor con el consentimiento de la madre, abriéndosele una herida que estaba en fase de cicatrización y comenzó a sangrar.

Para tratar de cortar la hemorragia los dos acusados le dieron a tomar un antigripal que no es recomendado para los niños y resultó letal para la pequeña.

Para deshacerse del cadáver, Luis Piñón lo metió en una bolsa de basura y "lo arrojó a un contenedor cercano al domicilio, disimulando su contenido al acompañar esta, de otras bolsas de basura", explica la sentencia.