La agricultura de precisión es ya una realidad y ha entrado con fuerza en la viticultura. En Galicia, esta revolución todavía es incipiente pero ya hay bodegueros en la Ribeira Sacra que desde hace un año utilizan sistemas de teledetección de plagas con drones para localizar enfermedades y actuar de forma inmediata cuando aparecen. La segunda fase del proceso, la aplicación de fitosanitarios, también tiene su herramienta aérea no tripulada y ayer se presentó por primera vez en Galicia en un viñedo de Arnoia, en O Ribeiro, en el marco del segundo Congreso Internacional de Drones que organiza la Asociación Galega de Graduados e Enxeñeiros Técnicos de Telecomunicacións, AGGETT.

La empresa gallega Aerocámaras, especialista en el empleo de drones, ha abordado en este foro las diferentes aplicaciones agrícolas y forestales de esta tecnología y ayer puso el colofón al congreso con una demostración de lo que es capaz de hacer un dron en una plantación de vid. Desde una planimetría de la finca y recuento de las plantas a la pulverización de los productos fitosanitarios en la medida justa y sólo cuando sea necesario. El resultado es una explotación más sostenible y eficiente ya que minimiza el uso de productos químicos, agiliza el trabajo y reduce la mano de obra y costes.

El primer vuelo en una plantación de Galicia lo hizo el dron Agras MG-1S, capaz de sulfatar una viña de una hectárea y media en 10 minutos. La demostración tuvo lugar en el entorno del balneario de Arnoia, donde se celebró la comida de cierre del congreso, a la que asistieron, entre otros, la presidenta del Congreso de los Diputados, Ana Pastor, y la directora de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea, EASA, Isabel Maestre.

El gerente de Aerocámaras, Jaime Pereira, explica que estos equipos ya trabajan a pleno rendimiento en el sur de España, sobre todo en Extremadura, donde las plantaciones son más extensas. Galicia es un mercado que empieza a mostrar interés por la aplicación de esta tecnología a la viticultura. De hecho, ya cuentan con varios clientes en la Ribeira Sacra que han monitorizado sus cultivos y actualmente están en conversaciones con una de las cinco denominaciones de origen.

La intervención en viñedos se realiza en dos fases con dos drones diferentes. En la primera se utiliza un aparato equipado con cámara multiespectral con el que se realiza un planeamiento del cultivo a través de un barrido que genera fotografías de la plantación. Los datos recogidos a través de sensores se importan a un programa de agricultura de precisión que los procesa. "Podemos contar el número de plantas, la altura de cada una, el vigor, el nivel de clorofila?", explica Pereira, "y somos capaces de detectar plagas, sobre todo por la pérdida de vigor de la planta, y controlar las necesidades de riego".

A partir de este momento se realizan vuelos periódicos y se mantiene informado de la evolución de las plantas al agricultor a través de una aplicación informática.

La segunda fase, es la que se presentó ayer por primera vez en Arnoia y consiste en la aplicación de fitosanitarios tratando el área con mayor precisión mediante una pulverización de microgotas. Este sistema lleva a mínimos el uso de productos químicos ya que "el cultivo solo recibe el fitosanitario que necesita; nosotros utilizamos 10 litros frente a los 200 litros que para la misma superficie se utilizan con otros métodos, la diferencia es abismal", señala Pereira.